NUEVA YORK/ROMA, lunes, 22 noviembre 2004 (ZENIT.org).- Entre una prohibición absoluta de la clonación o su admisibilidad con fines terapéuticos, la ONU ha optado por zanjar de momento la cuestión con una declaración genérica de principios, que será la base para el debate que se reanudará el próximo febrero.
Ya el 21 y 22 de octubre pasado, el debate en la ONU sobre la prohibición de la clonación humana concluyó sin que se llegara a una decisión en el comité jurídico de la Asamblea General de la ONU, creado para que elabore una convención internacional sobre el tema.
Si bien todos los países estaban de acuerdo en prohibir la clonación humana con fines reproductivos, había creado divisiones la posibilidad de permitir la clonación de embriones humanos con fines de experimentación médica.
Costa Rica había presentado una resolución apoyada por 62 países –que goza del respaldo de la Santa Sede– que pide la prohibición total, pues esta posibilidad implica la eliminación de embriones humanos.
Bélgica, por su parte, presentó una resolución diferente que busca permitir la clonación comúnmente llamada «terapéutica». A favor de esta posición se han expresado 22 países, así como el secretario general de la ONU, Kofi Annan.
El debate se hizo particularmente intenso en plena campaña electoral estadounidense, pues George Bush es partidario de la primera propuesta de prohibición, mientras que John Kerry se manifestaba favorable a la segunda. De ahí que fuentes diplomáticas informaran de que la discusión sobre la convención para la prohibición mundial de la clonación se retomaría después de las elecciones estadounidenses del 2 de noviembre.
Entre las propuestas mencionadas de una prohibición total de la clonación o la admisión de la «clonación terapéutica», a propuesta de Italia –que quiso evitar una fractura en el seno de la Asamblea General– la declaración aprobada el viernes –en cuya redacción ha participado también Costa Rica– afirma la «prohibición de crear vida humana a través de procesos de clonación y toda investigación orientada a obtener tal resultado».
Se invita además a los Estados a adoptar leyes restrictivas en la materia, pero en cualquier caso no se trata de una petición vinculante.
En la declaración se acepta crear un grupo de expertos para que trabajen en lo que será la declaración formal de la ONU sobre la clonación. Con este propósito este grupo se reunirá en febrero de 2005 y después someterá el texto redactado a la votación de los países miembros.
Respecto a la resolución adelantada originariamente por los países contrarios a la clonación, en la declaración adoptada el viernes el término «vida humana» sustituye a «seres humanos», referido a los embriones que la clonación –también la «terapéutica»– crea.
Para el vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida, el obispo Elio Sgreccia, el desenlace del viernes representa «un debilitamiento de la postura inicial, porque se pasa a una simple declaración no vinculante», explicó en los micrófonos de «Radio Vaticana».
Además, en su opinión, «verbalmente lo que se dice resulta ambiguo porque el término “vida humana”, que sustituye al de “ser humano”, resulta vago e incluso –diría– inútil, porque “vida humana” podría ser también una célula». «Esta expresión que Italia ha sugerido, prácticamente, no es ni exacta ni indicativa», añadió.
«Formalmente existe una dificultad a admitir la clonación –reconoció monseñor Sgreccia–, pero se advierte igualmente fuerte la voluntad de tratar los procesos de reproducción como procesos desligados de la dignidad humana y al embrión humano como un objeto experimental».