CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 24 noviembre 2004 (ZENIT.org).- El Vaticano ha denunciado que el impacto del VIH/Sida en las mujeres –en una proporción de contagios 2,5 veces superior respecto a los varones— «acrecienta la desigualdad e impide el progreso hacia la universalidad de los derechos».
Así se contiene en el mensaje del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud con ocasión de la Jornada Mundial del Sida del 1 de diciembre de 2004, dedicada esta vez por la ONU a las mujeres por su mayor vulnerabilidad para contraer el virus del VIH/Sida.
«En efecto, un estudio ha puesto en evidencia que las mujeres son contagiadas 2,5 veces más que los hombres», alerta el presidente del dicasterio, el cardenal Javier Lozano Barragán, en el texto que firma y que este miércoles distribuye íntegramente la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos a través de «Fides».
«Comparto la preocupación de la comunidad internacional frente al cuadro dramático de las consecuencias de la epidemia sobre la salud, las condiciones de vida, las perspectivas, el estado y la dignidad de las mujeres y de las jóvenes en muchas regiones del mundo», expresa el purpurado.
Y es que «desde siempre –recuerda– la Iglesia defiende con especial vigor a la mujer y su elevada dignidad y lucha para combatir las discriminaciones que, incluso hoy, permanecen en amplios sectores de nuestra sociedad, y solicita mayores esfuerzos para eliminar las desigualdades contra las mujeres», también en el ámbito de la salud.
No sólo «el impacto del VIH/Sida en las mujeres acrecienta la desigualdad e impide el progreso hacia la universalidad de los derechos», sino que «cuanto mayor es el progreso del contagio en las mujeres, que son el fundamento de las familias y de las comunidades, más aumenta el riesgo de un derrumbe social», alerta el cardenal Lozano Barragán.
Desde que surgió esta epidemia hacia los años ‘80, más de 22 millones de personas han muerto en el mundo por Sida y en la actualidad 42 millones de personas viven con el VIH/Sida, uno de los mayores retos sanitarios a nivel mundial.
Haciéndose eco de los datos de este año de las Naciones Unidas, el dicasterio recuerda que en 2003 murieron 2,9 millones de personas por Sida y 4,8 millones fueron infectadas por el VIH. El Sida es la causa principal de muerte entre los 15 y 49 años de edad.
Especialmente en África la epidemia del Sida se ha propagado en forma muy veloz provocando enfermedad, muerte, pobreza y dolor. Se prevé que hasta el año 2025 el Sida causará la muerte a 31 millones de personas en India y 18 millones en China.
Entre 2001 y 2003 el número global de niños que se quedaron huérfanos a causa del Sida aumentó de 11,5 a 15 millones, en su mayoría en África. Se calcula que hacia 2010 en África sub-Sahariana habrá 18,4 millones de huérfanos por el VIH/Sida. Sólo el año pasado la epidemia dejó huérfanos a 5,2 millones de niños.
En numerosas ocasiones Juan Pablo II ha mostrado su preocupación por la epidemia y ha lanzado llamamientos a autoridades y científicos por la erradicación de esta plaga y ha señalado la atención y servicio que merece quien la padece.
Igualmente el Papa –recuerda el cardenal Lozano-Barragán– «en su mensaje por la Jornada Mundial del Enfermo para el 2005 (nn. 3-4) subraya que el drama del Sida se presenta como una “patología del espíritu” y que para combatirla de manera responsable es preciso aumentar la prevención mediante la educación al valor sagrado de la vida y la formación a la práctica correcta de la sexualidad».
Junto a este punto, para luchar más eficazmente contra el VIH/Sida el purpurado propone nuevamente –ya lo hizo ante la ONU en 2001— eliminar toda forma de discriminación hacia quien padece esta afección, informar adecuadamente sobre la pandemia, favorecer una mayor participación de la sociedad civil en la lucha contra el Sida, dirigir mayor atención a los grupos sociales más vulnerables y ofrecer mayor atención al cuidado de los niños seropositivos y a la protección de los huérfanos causados por el Sida.
Indica también como pautas la necesidad de apoyar los planes globales mundiales para combatir el VIH/Sida, invitar a los gobiernos a crear condiciones adecuadas para combatir este flagelo, «solicitar a los países industrializados que, evitando toda forma de colonialismo, ayuden a los países que tienen necesidad en esta campaña contra el Sida» y «reducir al mínimo el precio de los medicamentos anti-retrovirales necesarios para curar a los enfermos de VIH/Sida».
«La Iglesia católica –recuerda el presidente del dicasterio para la Salud– siempre ha dado su aporte tanto para prevenir la transmisión del virus VIH como en la asistencia a los enfermos y a sus familias en el plano médico-asistencial, social, espiritual y pastoral».
Actualmente el 26,7% de los centros para el tratamiento del VIH/Sida en el mundo son católicos. Son numerosos los proyectos y programas de formación, prevención del Sida y de asistencia, curación y seguimiento pastoral del enfermo de VIH/Sida que las Iglesias locales, los institutos religiosos y las asociaciones laicales llevan adelante.