La contribución de los movimientos a la parroquia según el arzobispo de Barcelona

Explica las conclusiones de la asamblea del Consejo Pontificio de los Laicos

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ROMA, lunes, 29 noviembre 2004 (ZENIT.org).- Este sábado terminaron los trabajos de la XXI Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para los Laicos que se ha celebrado en Roma del 24 hasta hoy. Uno de los cuatro obispos consultores del Consejo Pontificio es monseñor Lluis Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, quien participó en la Asamblea.

«El Consejo Pontificio –explicó a Veritas monseñor Sistach–, ha querido dedicar su asamblea a la parroquia, porque es donde se celebran los sacramentos de iniciación cristiana y donde los cristianos realizan la formación de esta iniciación cristiana».

En las tres asambleas anteriores, el Consejo Pontificio para los Laicos se había dedicado a estudiar la iniciación cristiana, los tres sacramentos, Bautismo, Confirmación y Eucaristía. En su XXI Asamblea Plenaria ha tomado por tema: «Volver a descubrir el verdadero rostro de la parroquia».

«Se ha visto –explicó monseñor Sistach–, que hay una gran diversidad de parroquias en el mundo, pero se ha coincidido que debe ser una comunidad cristiana, una presencia de Dios en la vida de sus miembros y una presencia de Dios en medio del lugar donde se encuentra la parroquia en la sociedad».

La parroquia debe cumplir tres funciones: El anuncio de la Palabra de Dios, la celebración de la fe y el testimonio de la caridad. «La parroquia debe ser misionera –apuntó el obispo de Barcelona–, porque todos tenemos la obligación de anunciar a Jesucristo a nuestros hermanos».

«Hoy que se practica menos y que viene menos gente al templo, es más necesaria la dimensión misionera de la parroquia. Más que esperar que vengan, es necesario salir e ir al encuentro donde se realizan los acontecimientos humanos», añadió.

Uno de los retos todavía presente en muchos países es la colaboración proporcionada entre el laico y el sacerdote, subraya. «El párroco debe reconocer y promover el papel que corresponde a los laicos dentro de la Iglesia. Son dos funciones complementarias, el sacerdote, principalmente, está al servicio de los laicos. Esto se refleja sobretodo en la celebración de la Eucaristía, que preside un sacerdote, pero que pide la participación activa de los miembros del Pueblo de Dios, esto tiene que darse en todas las actividades».

El arzobispo de Barcelona explicó cómo los movimientos son el vínculo entre la parroquia y el mundo: «Los movimientos ayudan dentro de la parroquia a los laicos para que no se queden ejerciendo sus responsabilidades eclesiales dentro de la parroquia sino también que estén presentes como cristianos en el mundo. La parroquia necesita de movimientos para que no se cierre en sí misma y que tenga un sentido diocesano y universal católico».

«Hay párrocos –continuó explicando–, que piensan que la actividad de movimientos dentro de la parroquia puede quitarle a algún responsable de las tareas parroquiales. El párroco debe saber hacer colaborar a los movimientos en el seno de la Parroquia».

«La parroquia es hoy como siempre, necesaria pero no autosuficiente. Necesita la ayuda de las demás parroquias de la diócesis y de los movimientos y otras instituciones como las escuelas cristianas», concluyó.

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ZENIT Staff

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