GINEBRA, viernes, 3 diciembre 2004 (ZENIT.org).- Un grupo de jóvenes suizos se ha lanzado a la guerra pacífica contra las minas antipersonales y, en este contexto, ha lanzado un nuevo instrumento para desminar campos enteros que siembran muerte incluso después de años-
En el contexto de la Conferencia contra las minas antipersonales que se clausura este viernes, en la que Juan Pablo II ha lanzado un enérgico llamamiento a acabar con estas armas, Nathan Kunz, cristiano comprometido, director financiero («sales & finance manager») del proyecto «Digger DTR, ha explicado a los lectores de Zenit sus motivaciones.
–Ustedes están trabajando en la construcción y lanzamiento de una máquina innovadora, ya experimentada sobre el terreno, para desminar y hacer cultivables grandes extensiones de terreno, el «Digger D-1». ¿Podrá ofrecer algo de esperanza a poblaciones atenazadas por el miedo de estas armas diseminadas en sus tierras?
–Nathan Kunz: «Digger D-1» es un vehículo blindado, que se utiliza con un telecomando. Corta la vegetación y hace estallar las minas escondidas en el suelo. Busca garantizar la seguridad y hacer más rápido el trabajo de los desminadores humanitarios. Esta especie de carro de combate se mueve con cadenas, golpea y penetra en el suelo unos veinte centímetros. A su paso, las tierras se convierten en cultivables.
–¿Cuáles son sus perspectivas?
–Nathan Kunz: Después del «D-1», el primer vehículo que hemos construido, en estos momentos estamos desarrollando la segunda generación de esta máquina, el «Digger D-2», que será fabricada en serie a mediados de 2005.
–¿Por qué se han lanzado en este proyecto? ¿Cuáles son sus motivaciones?
–Nathan Kunz: En el origen de este proyecto está el señor Frédéric Guerne, en 1998. Como ingeniero en electrónica, quería poner sus competencias al servicio de su prójimo. Desde su infancia le interesaron los explosivos, lo que le ha orientado su opción a favor del desminamiento humanitario. Mi motivación, al igual que la del señor Guerne y la de una parte del equipo, es la de poner en práctica nuestra fe cristiana a través de nuestro trabajo.
–¿Cuántas personas forman parte del equipo? ¿Cuáles son sus competencias?
–Nathan Kunz : El equipo se compone de 30 miembros, en buena parte voluntarios. Durante cinco años, el trabajo se hizo de manera totalmente voluntaria, lo que ha representado más de veinte mil horas de trabajo. Desde inicios de este año, algunas personas trabajan con un sueldo: ahora son cuatro personas.
La fuerza de nuestro equipo está en la complementariedad. De hecho, las treinta personas que trabajan para la organización provienen de horizontes tan variados como complementarios: ingenieros en mecánica, electrónica y técnica automotriz, mecánicos, mecánicos de automóvil, electrónicos, informáticos, cerrajeros, carroceros, agricultores, taladores de árboles, camioneros, secretarios y traductores. Esta complementariedad nos permite una actitud tanto teórica como práctica ante los problemas.
–En esta labor, ustedes cuentan con el apoyo del Ayuntamiento de Ginebra y de la Fundación Suiza de Desminamiento. ¿Cómo les ayudan?
–Nathan Kunz: El Ayuntamiento de Ginebra nos ha ofrecido apoyo, financiando los costes del primer vehículo «D2», que será utilizado en una operación en Sudán. La Fundación Suiza de Desminamiento (Fondation Suisse de Déminage) nos ha ofrecido consejos técnicos para el desarrollo del «D-2», y utilizará nuestra primera máquina en su programa de Sudán.
–Para seguir con el proyecto, ¿qué necesitan?
–Nathan Kunz: Ante todo, necesitamos ayuda financiera. Para poder producir diez máquinas al año, necesitamos todavía 365.000 euros (unos 485.012 dólares).
–Usted hacía referencia a las motivaciones cristianas de Frédéric Guerne y de una parte del equipo. ¿Cómo les ayuda esta convicción?
–Nathan Kunz: No somos una organización cristiana, somos cristianos y no cristianos que trabajamos juntos por un objetivo común. Yo hablo a nivel personal. Mi motivación viene de mi fe cristiana. Yo me he comprometido en este proyecto pues quiero utilizar los dones que Dios me ha dado para ayudar a mi prójimo. Dios me ha ayudado concretamente en mi trabajo, puedo confiar en Él, hablar con él de ciertas situaciones, y me ofrece su ayuda. Hasta hoy, Él se ha preocupado por nosotros y no nos ha abandonado. Este contacto privilegiado con Él nos ayuda, día tras días, y nos permite ver el futuro con confianza, pues sabemos que Él está a nuestro lado.
Más información sobre el proyecto http://www.digger.ch