ROMA/KIEV, lunes, 6 diciembre 2004 (ZENIT.org).- El cardenal Lubomyr Husar, arzobispo mayor de Lviv de los Ucranianos, ha constatado el papel crucial de las Iglesias en el contexto de la crisis que atraviesa Ucrania, pues ha sido el instrumento principal para que las manifestaciones en las ciudades del país transcurrieran de forma pacífica.
Además la colaboración de las Iglesias también se plasmó en la firma de declaraciones comunes, añadió. Fue el caso de la carta abierta que se dirigió al presidente Lenind Kutchma para que asumiera sus deberes (Cf. Zenit, 1 de diciembre de 2004).
Tras la segunda vuelta electoral del pasado 21 de noviembre, Ucrania ha contemplado día a día protestas post-electorales muy concurridas. Datos oficiales proclamaron vencedor de la consulta electoral al actual primer ministro filo-ruso Víctor Yanukóvich, pero fue fuertemente contestada por los partidarios de su adversario, Víctor Yúschenko como fruto de un enorme fraude.
Presente en Roma para un encuentro con Juan Pablo II, así como con el secretario de Estado Vaticano –cardenal Angelo Sodano–, el prelado ucraniano habló a la prensa –desde la iglesia de Santa Sofía en via Boccea– sobre la situación de Ucrania.
El cardenal Husar subrayó que la crisis actual de su país es producto de dos perspectivas del mundo que chocan, pero también la atribuyó a la protección egoísta de intereses personales por parte de los ocupan actualmente en el gobierno.
No obstante, en la raíz de la crisis permanece un régimen inmoral que ha privado al pueblo ucraniano de sus legítimos derechos y dignidad, afirmó el purpurado según cita este lunes la Iglesia greco-católica.
En cualquier caso reconoció que la crisis actual no carece de sus aspectos positivos pues de hecho, por primera vez desde la caída del comunismo, la gente está afirmando sus derechos civiles.
Explicó que varias Iglesias cristianas habían estado orando juntas en actos de culto públicos y que la nación ucraniana se había unido de una forma nunca antes vista, a pesar de las diferencias religiosas, culturales, regionales y lingüísticas.
Reconoció también el purpurado –que el próximo jueves será recibido por el Papa– que el papel de la Iglesia había demostrado ser de vital importancia: las Iglesias han estado colaborando en la firma de declaraciones comunes y han sido el instrumento principal implicado en mantener pacíficas las manifestaciones en las ciudades de Ucrania, dijo.
Acogiendo los recursos presentados por la oposición, el Tribunal Supremo de Ucrania anuló el viernes pasado la segunda vuelta de las elecciones presidenciales porque «se cometieron falsificaciones que hacen imposible determinar el resultado». La votación entre Yanukóvich y Yúschenko deberá celebrarse nuevamente. Acatando la sentencia, la Comisión Electoral Central ha convocado oficialmente para el 26 de diciembre la cita con las urnas.
Además de anular la consulta del 21 de noviembre, el Tribunal Supremo declaró ilegal la proclamación realizada por la Comisión Electoral Central de la victoria de Yanukóvich –apoyado por el Kremlin y por el presidente ucraniano saliente, Kuchma–.
Todos los recursos de la oposición han prosperado, a excepción del que proponía la corrección de los datos del 21 de noviembre y la proclamación inmediata de Yúschenko presidente.
La lectura de la sentencia, a cargo del presidente del Tribunal Anatoli Ierema, fue seguida por pantallas gigantes en la Plaza de la Independencia, epicentro de la protesta naranja de los seguidores de Yúschenko.
Éstos han sido capaces de permanecer en el centro de Kiev y en otras ciudades ucranianas durante casi dos semanas en gran número, a pesar de las nevadas y de las gélidas temperaturas. Han llegado a asediar los edificios de las autoridades, pero sin llegar nunca a la violencia, recalca el diario de la Santa Sede, «L’Osservatore Romano».
La mayoría de la población de Ucrania, república ex soviética de más de 47 millones de habitantes, es ortodoxa. El 13% es católico, en buena parte de rito oriental.