TERNI, lunes, 14 febrero 2005 (ZENIT.org).- Para los enamorados que consideran el día de San Valentín demasiado comercial, la provincia romana sugiere otra posibilidad. La fiesta de San Valentín se celebra en la ciudad de Terni, a una hora de auto de la capital italiana. Muchas parejas acuden a recibir la bendición de san Valentín de manos de su sucesor, el prelado de la diócesis, en la basílica donde reposan los restos del santo obispo del siglo III.
Los vendedores ambulantes proponen comprar flores rojas para recordar que san Valentín, según la tradición, recogía flores de su jardín para ofrecerlas a los visitantes.
Dentro de la basílica, una gran escultura del legendario obispo parece mirar con benevolencia a los visitantes. Por su posición, parece casi conducirles hacia la parte posterior del tabernáculo donde pueden encender velas y orar por su relación.
Según la leyenda y la historia de la Iglesia, Valentín casaba en secreto a los jóvenes cristianos contra la voluntad de Aurelio. El emperador pensaba que los casados eran soldados poco valientes y por ello prohibió a los jóvenes casarse. El obispo Valentín de Interamna (la actual Terni), creía en cambio que el matrimonio formaba parte del plan de Dios para el mundo.
Considerando al emperador cruel e injusto en este asunto, el santo obispo invitaba a los jóvenes enamorados a acudir en secreto a su ciudad para unirlos en matrimonio.
La importancia de la intervención de Valentín y el resultado de uniones santas y felices, adquirió tal fama que se vio obligado a dedicar un día al año a una bendición general del matrimonio.
Cuando el emperador supo de este «amigo de los enamorados», ordenó conducir a palacio al obispo. Impresionado por su dignidad y la convicción del joven obispo, Aurelio trató de convertirlo a los dioses paganos romanos y salvarlo de una ejecución cierta. Valentín rechazó renunciar al cristianismo.
En febrero de 273, Valentín fue golpeado, lapidado y decapitado por orden del prefecto romano Placido Furio.
Según se lee en la estampitas que venden en la ciudad, la vida apostólica de Valentín, ennoblecida por el martirio, indujo en 1644 a los ciudadanos de Terni a proclamarlo patrono de la ciudad y de los enamorados.
Este lunes tuvo lugar en la ciudad toda una serie de oraciones y fiestas, con misas, desfile de la banda policial, fuegos artificiales y concierto benéfico en el Teatro Verdi.
Pero en realidad las celebraciones comienzan en enero y terminan en marzo. Los festejos empiezan con la inauguración de la muestra de arte, «De la Vida, del Amor» y siguen con tardes musicales, de poesía, encuentros de oración interrreligiosos, hasta la conferencia de clausura, el 15 de marzo, del movimiento católico de licenciados universitarios, sobre «Religión y política».
Elemento central de la fiesta es el premio anual a un acto significativo de amor en parejas casadas o grupos de caridad. Este año se ha querido subrayar la solidaridad con las poblaciones víctimas del «tsunami» en el sudeste asiático.
[Es posible consultar el programa de los festejos de Terni en el sitio: http://www.bellaumbria.net]