BRASILIA, martes, 15 febrero 2005 (ZENIT.org).- La Archidiócesis de Belém (capital del Estado de Pará, Brasil), ha hecho pública una declaración, a raíz del asesinato este sábado de sor Dorothy Stang, religiosa de Notre Dame, en el que se expresa profunda consternación y lanza una pregunta: «¿Hasta cuándo?».

El texto está firmado por el arzobispo metropolitano de Belém, monseñor Orani João Tempesta, de la orden cisterciense, y por monseñor Carlos Verzeletti, obispo de Castanhal.

«En plena Campaña de la Fraternidad, --indican los obispos de la región amazónica--, con el tema Solidaridad y Paz, la sociedad paraense experimenta un golpe que marca negativamente a nuestra nación y deja estupefacto al mundo civilizado: el asesinato de la hermana Dorothy Stang, misionera de las Hermanas de Notre Dame de Namur, estadounidense, indefensa, naturalizada brasileña y reconocida por todos como una luchadora por los derechos humanos y sociales, que había recibido el título de Ciudadana de Pará».

«Es increíble --añaden los obispos amazónicos-- que se busquen soluciones a los conflictos sociales con la eliminación pura y simple de vidas humanas, dedicadas al servicio de los más pobres, los excluidos o los abandonados».

«Lo ocurrido este sábado en Anapu desafía a las autoridades ante la impunidad de los asesinos y sus mandantes» añaden los prelados y piden que este crimen no permanezca sin la debida investigación y juicio.

«Ya se sabe que la impunidad es la vitamina para nuevos acontecimientos que degradan a la humanidad», aseguran los obispos paraenses.

«La situación de amenazas, denunciada por la hermana Dorothy, cuestiona el servicio de protección del Estado a los "amenazados de muerte" por los malhechores. La persona amenazada, aunque haya denunciado lo que está sufriendo, no goza de ninguna seguridad por parte del Estado, que debería proteger a sus ciudadanos».

«Este acontecimiento nos afecta a todos los que creemos en la vida, en el diálogo y en la construcción de la civilización del amor», siguen diciendo los prelados.

Tras indicar su temor a que este crimen incida como nunca en una historia, que ya cuenta con abundantes hechos similares, los obispos hacen pública su desaprobación: «¡Es necesario gritar con todos los tonos posibles que no es éste el mundo el que queremos! ¡Es importante luchar para que la Vida triunfe sobre la muerte! ¡Es urgente que todos tomemos postura y no seamos cómplices de estas situaciones de derramamiento de sangre en nuestro suelo amazónico!».

Los obispos concluyen su mensaje augurando que «nuestra parte de construcción de una patria más justa y solidaria, en clima de paz, haga de nuestra Cuaresma una responsabilidad todavía mayor, para que nuestra vida cristiana sea presencia transformadora de esa sociedad que mata a inocentes o deja impunes a los asesinos».

Señalando al signo de la Cruz y a la esperanza de la Resurrección, los obispos concluyen pidiendo que «el signo dejado por la hermana Dorothy Stang marque todavía mas nuestra vida cristiana en este tiempo, y nos ayude a ser aún más coherentes con la vida de bautizados. "¡Que reine la paz en sus fronteras!"».

Como informó Zenit el pasado domingo 13 de febrero, la religiosa de 73 años que ejercía su apostolado desde hace cuarenta en las pequeñas comunidades del interior de la Amazonia brasileña, fue asesinada en el asentamiento de Esperança, a 40 kilómetros del municipio de Anapu, en el sudoeste del estado de Pará. Murió por tres disparos en la cabeza tras denunciar amenazas de muerte contra cuatro campesinos de la zona.

El secretario nacional de Derechos Humanos, Nilmário Miranda, afirmo ese sábado que los responsables de la muerte de la misionera eran dos pistoleros conocidos como Eduardo y Pogoió, a sueldo de un intermediario conocido como Tinair (Dnair), según informó la agencia Brasil.

Dorothy Stang recibió el premio de ciudadana paraense y el pasado 10 de diciembre el premio de derechos humanos de la Orden de Abogados de Brasil (OAB), Sección Pará.

En el Estado de Pará, en el último año, se han registrado 11 asesinatos, además de que hay 30 amenazados de muerte –se incluía a la hermana Dorothy-- a manos de pistoleros a sueldo de madereros quienes, mediante escrituras falsas de propiedad, pretenden hacerse con tierras ajenas.