BEIRUT, miércoles, 16 febrero 2005 (ZENIT.org).- Los obispos maronitas (fieles a Roma) del Líbano, reunidos en asamblea especial tras el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri, consideran que «sólo donde reina un régimen totalitario tienen lugar estos crímenes».
Este miércoles a mediodía, según la ley islámica, tuvo lugar la sepultura de Hariri, asesinado el pasado lunes en un potentísimo atentado con explosivos.
Los obispos maronitas publicaron un mensaje tras reunirse en la mañana en una sesión extraordinaria en Bkerke, convocados por el patriarca Mar Nasrallah Boutros Sfeir en el que hacen un llamamiento «de fraternidad y convivencia», según informa AsiaNews.
Los prelados piden «el respeto de los derechos de los ciudadanos a la plena libertad» y expresan su «dolor» por la «reanudación de la violencia».
Los obispos confiesan su pésame por la «terrible» muerte de Hariri, recordando que más de 30.000 alumnos universitarios pudieron cursar estudios gracias a ayudas que ofreció el ex primer ministro, cuya fortuna personal se colocaba entre las primeras del planeta.
Hariri fue enterrado en la mezquita Mohamed al Amín –construida gracias a sus donaciones, y cuya próxima inauguración iba a presidir él mismo–, localizada en el centro de Beirut, una ciudad que debe gran parte de su reconstrucción tras la guerra civil (1975-90) a los esfuerzos del ex primer ministro.
«Sólo donde reina un régimen totalitario tienen lugar estos crímenes», afirman los obispos en su declaración oficial. Estas acciones «buscan hacer desaparecer la voz de quienes piden el regreso del Líbano a la libertad y a la soberanía, a través de la cancelación de toda tutela contraria a la vocación histórica del Líbano», afirman.
El asesinato de Hariri ha sido espontáneamente atribuido por gran número de libaneses a Siria –país que ejerce una especie de tutela sobre su pequeño vecino– debido a que Hariri mantuvo serias diferencias con el régimen de Damasco que lo llevaron a dimitir como primer ministro el año pasado.
Los obispos concluyen el comunicado invitando a la prudencia y a la cautela, y al respeto de los valores que en muchas ocasiones manifestó el político asesinado.