CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 2 junio 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI asegura que la edificación de la paz debe comenzar por el respeto de los derechos humanos en un mensaje que ha enviado a los participantes en un homenaje a Juan Pablo II realizado por la UNESCO.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura conmemoró este jueves en París los 25 años de la visita del Papa Karol Wojtyla con un coloquio que llevaba por título «Cultura, razón y libertad».
La misiva pontificia, que fue transmitida a los presentes por el cardenal francés Jean-Louis Tauran, archivista y bibliotecario de la Santa Iglesia Romana, propone una movilización a favor del derecho de toda persona, en particular de los pobres, a la educación y a la cultura.
Tras saludar al señor Koichiro Matsuura, director general de la UNESCO, el obispo de Roma recuerda en su mensaje que su predecesor subrayó, «a raíz de su experiencia personal y cultural», «el lugar central e irremplazable del hombre, así como de su dignidad fundamental, fuente de sus derechos inalienables».
El Papa Joseph Ratzinger recoge la herencia cultural de Juan Pablo II con esta recomendación a los miembros de la UNESCO: «Construid la paz comenzando por los cimientos: el respeto de todos los derechos del hombre, tanto los que están ligados a su dimensión material y económica como los que están ligados a la dimensión espiritual e interior de su existencia en este mundo».
El pontífice explica también los motivos por los que la Santa Sede es observador permanente de la UNESCO, institución que debería ser, señala, un «areópago de inteligencias y conciencias».
«Anunciar la novedad liberadora del Evangelio a todo hombre, alcanzarle en todo lo que conforma su existencia y expresa su humanidad es el desafío permanente de la Iglesia», aclara.
«Esta misión recibida por la Iglesia de su Señor afecta fundamentalmente a vuestro proyecto y justifica ampliamente el que la Santa Sede siempre haya deseado, con la presencia de un observador permanente, participar en vuestra reflexión y vuestro compromiso».
La Iglesia católica seguirá «movilizando sus propias fuerzas, que ante todo son de naturaleza espiritual, para colaborar en el bien del hombre en todas las dimensiones de su ser», promete el Papa.
«En un mundo a la vez múltiple y dividido y a menudo sometido a las fuertes exigencias de la globalización de las relaciones económicas y aún más todavía a las de la información, es absolutamente necesario movilizar las energías de la inteligencia para que se reconozca en todos los lugares, especialmente en los países más pobres, el derecho de los seres humanos a la educación y a la cultura», asegura.
En esta labor, reconoce el mensaje, la Iglesia tiene que mostrar «de una manera cada vez más profunda, la relación que une a cada persona con el Creador de toda vida, fundamento de la dignidad inalienable del ser humano, desde su concepción a la muerte natural».
Las sesiones del coloquio han estado presididas por Joseph Maïla, rector del Institut Catholique de París y por monseñor Francesco Follo, observador permanente de la Santa Sede ante la UNESCO.
En su visita a la UNESCO, Juan Pablo II pronunció un famoso discurso en el que, como explicó monseñor Follo, «mostró que es posible construir un nuevo mundo en el que el desarrollo y la economía tienen un rostro humano y en el que los derechos del hombre y el derecho internacional están regidos por la lógica de la caridad y la solidaridad».