ROMA, sábado, 18 junio 2005 (ZENIT.org).- La situación de la familia ha estado muy presente en la mente de Benedicto XVI. El día 4 de junio, en una alocución a un peregrinación diocesana de Verona, Italia, el Papa expresaba su preocupación sobre el aumento de divorcios y de uniones de hecho.

Poco después, el día 6, dio un amplio discurso sobre temas relacionados con el matrimonio y la familia, durante la apertura del congreso eclesial organizado por la diócesis de Roma.

El Santo Padre tiene buenas razones para estar preocupado, como demuestran los datos recientes de algunos países. Un análisis estadístico presentado en un seminario en la Universidad Lateranense mostró un marcado cambio en el matrimonio cuando se comparan los datos del año 2001 y de 1981.

Según el reportaje sobre el seminario en el periódico Il Corriere della Sera, el 19 de marzo, Italia en 1981 tuvo un índice de 5,6 matrimonios por cada 1.000 personas, con un número total aquel año de 316.953. En el 2001, el índice ha caído hasta los 4,5 matrimonios por 1.000 personas, con 260.904 matrimonios en total.

Las parejas que viven juntas fuera del matrimonio también han aumentado. En 1993 había 277.000 uniones de hecho en Italia. En el 2001, el número ha subido hasta las 453.000. Mons. Danta Lafranconi, obispo de Cremona, informó en el seminario de que cerca de la mitad de las parejas que asisten a la Iglesia para asistir a los cursos prematrimoniales ya están viviendo juntas.

Las últimas cifras sobre la familia italiana, hechas públicas por la oficina estatal de estadística del país, ISTAT, respaldan los motivos de preocupación. Para el 2002-03, los solteros sumaron el 25,4% de las unidades familiares, comparados con el 21,1% de 1994-95, según un reportaje del 28 de octubre de Il Corriere della Sera. El número de uniones de hecho se estimaba en 564.000.

España también está viviendo fuertes desafíos a la familia. Un artículo del 3 de junio en el periódico La Razón revelaba que un informe publicado por el Instituto de Política Familiar mostraba un 60% de aumento en las separaciones y divorcios en los últimos 8 años, con un total de 134.931 en el año 2004.

Fuera del matrimonio
Al otro lado del canal las cosas están peor. El periódico británico Guardian informaba el pasado 17 de diciembre que los datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística mostraban que el 41% de los nacimientos en Inglaterra y Gales en el 2003 tuvieron lugar fuera del matrimonio. Esto se puede comparar con sólo el 12% de una década antes. En algunas zonas, como en noreste de Inglaterra y Gales, la proporción de nacimientos fuera del matrimonio está por encima del 50%.

El Telegraph de Londres analizaba el 5 de febrero más información sobre la familia de la Oficina Nacional de Estadística. El número de matrimonios en el 2003 subió en un 4,7% con respecto al año anterior, hasta los 267.770.

Pero la subida de matrimonio en los dos últimos años se debe sobre todo a un aumento de segundos matrimonios después del divorcio. De hecho, en el 2003 sólo el 59% de todos los matrimonios fue de novias y novios que se casaban por primera vez. Además, la media de edad de los primeros matrimonios en Inglaterra y Gales en el 2003 fue de 29 años para las mujeres y 31 para los hombres, comparados con los 23 y 26, respectivamente, de 40 años antes.

La estabilidad matrimonial puede que pronto sufra también en Irlanda, como revelaba un reportaje publicado el 26 de febrero en el portal de noticias Catholicireland.net. Tras el referéndum de 1997 sobre el divorcio, las parejas irlandesas han tenido que vivir separadas durante cuatro de los cinco años que preceden al dictamen de divorcio por parte de los tribunales.

Sin embargo, una nueva ley de la Unión Europea, que automáticamente elimina la constitución irlandesa, cambia la situación. La ley, que entró en vigor el 1 de marzo, permite al cónyuge que haya vivido en el extranjero durante un año solicitar el divorcio en la jurisdicción de la nación. Y una vez que el caso se inicia en otro país de la Unión Europea, los tribunales irlandeses no tienen ya jurisdicción sobre el asunto.

En Norteamérica la situación no es menos grave. Un informe hecho público por Statistics Canada mostraba un fuerte aumento en la repetición de divorcios. En un artículo del 10 de marzo, el periódico Globe and Mail informaba de que el 16,2% de los divorcios concedidos en el 2003 implicaban a hombres que ya se habían divorciado previamente. La cifra para las mujeres era del 15,7%. En total, hubo 70.828 divorcios en el 2003, casi un 1% sobre los 70.155 del año anterior.

«Somos... una sociedad muy individualista, y valoramos la elección, valoramos el romance, pero nos hemos vuelto muchos menos tolerantes con cualquier cosa que vaya mal», decía Anne-Marie Ambert, profesora de la Universidad de York y una de las especialistas más famosas sobre matrimonio y familia de Canadá. «Estamos menos dispuestos a trabajar las relaciones. Es mucho más fácil romper un matrimonio de lo que lo era en el pasado».

Problema de cada uno
Un editorial del 11 de marzo en el Globe and Mail expresaba su preocupación sobre la situación del matrimonio en Canadá. Observaba que la proporción de matrimonios que se rompieron antes de alcanzar el 30º aniversario alcanzó el 38,3% en el 2003. Y mientras los políticos están ocupados en introducir el matrimonio del mismo sexo, no hacen nada para que el marido y la esposa permanezcan juntos.

«Se considera que el divorcio es un tema privado entre el marido y la esposa, una elección individual en la que el gobierno y la sociedad tienen poco interés», afirmaba el editorial. «Esto obviamente no es cierto. El divorcio es una tragedia no sólo para las parejas. Es además un problema para cada uno». Tras notar cómo el divorcio daña a los hijos y a la pareja misma, el editorial concluía: «Cuando termina un matrimonio, se destruye un hogar de forma tan cierta como cuando se quema una casa hasta los cimientos. Todo divorcio es una tragedia».

En Estados Unidos, las cifras de la Oficina del Censo para el 2003 muestran que tanto hombres como mujeres están dejando de lado el matrimonio, informaba el 1 de diciembre Associated Press. De hecho, uno de cada tres hombres y una de cada cuatro mujeres entre los 30 y los 34 años nunca se han casado. Esto multiplica casi cuatro veces el índice de 1970.

Los datos de la «Encuesta sobre Población Actual» de la oficina del censo mostraban que la edad en que la gente se casa por primera vez subió de 20,8 para las mujeres y 23,2 para los hombres en 1970, hasta los 25,3 y 27,1, respectivamente en el 2003. El número de nacimientos fuera del matrimonio alcanzó cerca del 35% en el 2003, comparados con el 11% de 1970.

La familia está también amenazada en Australia. Los hogares que comprenden ambos padres y al menos un hijo suman ahora sólo el 47% del total, informaba el 22 de enero el periódico Australian. Aumentan las familias monoparentales, de más de 552.000 en 1991, hasta las 763.000 en el 2001. El periódico basaba su reportaje en la información del Libro del Año 2005 de Australia, publicado por la Oficina de Estadística del país.

Vocación al amor
En su discurso del 6 de junio, Benedicto XVI explicaba que el matrimonio es mucho más que el resultado de factores sociales y culturales. La cuestión de cuál es la forma correcta para que un hombre y una mujer unan sus vidas se funda en la esencia más profunda de lo que significa ser persona humana, afirmaba.

La Biblia nos revela que fuimos creados a imagen de Dios, y que Dios es amor, afirmaba el Santo Padre. Por lo tanto, al ser una auténtica imagen de Dios debemos encontrar la manera de vivir nuestra vocación al amor. Y el amor expresado en la pareja en el momento en que se comprometen a sí mismos en el matrimonio debe ser completo y total para ser auténtico.

Así, la decisión de vivir juntos sin casarse, al igual que los intentos de crear «pseudo-matrimonios» de parejas del mismo sexo, son un uso erróneo de nuestra libertad, decía Benedicto XVI. Tales medidas, añadía, provienen también de un rechazo de la comprensión de la profunda dimensión espiritual de nuestra naturaleza humana.