CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 2 junio 2005 (ZENIT.org).- Movimientos y asociaciones marianas de Italia vivirán juntos la celebración, el próximo sábado, de la fiesta del Inmaculado Corazón de María en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. A la cita se están adhiriendo miles de fieles.
El presidente del Movimiento Apostolado de Fátima en Italia, el obispo Diego Bona, explica a Zenit la naturaleza y objetivo de esta cita: «El día siguiente a la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, la Iglesia católica celebra la memoria del Corazón Inmaculado de María».
Se trata de «una devoción difundida y querida para el pueblo cristiano, que en el «Corazón» de la Virgen María (el corazón es contemplado como el centro y la fuente de la vida interior, voluntad y afectividad) encuentra el modelo más alto de la docilidad y obediencia a la voluntad de Dios y la materna solicitud por los hombres que Le han sido confiados por el Salvador moribundo en la cruz», aclara.
Es una fiesta con larga tradición que «tomó un fuerte impulso de los acontecimientos de Fátima (1917) –apunta–, cuando en las apariciones de la Virgen los tres pastorcillos oyeron palabras que después recorrieron el mundo entero: «Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón» (13 de junio), «Vendré a pedir la consagración a mi Corazón Inmaculado», «Por fin mi Corazón Inmaculado triunfará» (13 de julio)».
«Cada año esta fiesta era recordada y celebrada en (la Basílica de) Santa María la Mayor en Roma, promovida por el Movimiento Apostolado de Fátima –explica su presidente en Italia–, pero este año reviste particular solemnidad porque los movimientos y las asociaciones marianas de Italia se han asociado en la celebración que tendrá lugar en la Basílica de San Pedro el 4 de junio».
Ese día, «la venerada imagen de la Virgen Peregrina del Santuario de Fátima llegará a San Pedro por la tarde, acogida por fieles de muchas partes de Italia, y tras el Rosario meditado –que será dirigido por monseñor Comastri–, tendrá lugar la solemne Celebración Eucarística presidida por el cardenal Camillo Ruini con la entrega a la Virgen Santísima y la oración a María, Madre de los vivientes, como concluye la Encíclica de Juan Pablo II «Evangelium Vitae»».
Monseñor Bona insiste en lo que reviste importancia del «mensaje» de Fátima: la Virgen, «que se presentó como la Virgen del Rosario, quiso comunicarse al mundo, a creyentes y no creyentes, para volver a llamarles al camino del bien y librarlos de las ruinas de este tiempo y de los peligros de siempre».
«Lo hizo con palabras sencillas, dirigidas a tres niños que aún no habían ido a la escuela –recuerda el prelado–, pero es un mensaje que ha recorrido el mundo y del que Juan Pablo II afirmó: «Si la Iglesia acogió el mensaje de Fátima es porque contiene una verdad y una llamada que están en el corazón mismo del Evangelio»».
Sintetiza monseñor Bona en tres los temas esenciales del mensaje de Fátima: «la necesidad y la importancia de la oración insistente y continua; el llamamiento a la conversión y la urgente petición de comprometerse en la oración y en el ofrecimiento de la vida con los sacrificios que ella conlleva por la conversión de los pecadores; la confianza, la entrega y la consagración al Corazón Inmaculado de María como camino preferencial, camino posible de vida cristiana».
En torno a estos llamamientos «viviremos la celebración del sábado 4 de junio, con los Movimientos y las Asociaciones marianas presentes en Italia, en ferviente comunión de oración y sincera, profunda y filial devoción», concluye.