El arzobispo de Tarragona evoca el significado del palio que ha recibido

Habla monseñor Jaume Pujol Balcells

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 junio 2005 (ZENIT.org).- «Soy aún más consciente de mi responsabilidad como arzobispo metropolitano de Tarragona, como primado de las Españas y como presidente de la Conferencia Episcopal Tarraconense». Así se expresó después de recibir el palio monseñor Jaume Pujol Balcells, uno de los 32 arzobispos a los que Benedicto XVI impuso el palio en la solemne celebración de este miércoles en la basílica vaticana.

«El momento más emocionante para mí fue poder celebrar con el Santo Padre y poder pronunciar la fórmula de la plegaria eucarística. Es un privilegio que nunca me hubiera imaginado que me podría tocar», confiesa monseñor Pujol a Zenit.

«El pastor, ya sea en el siglo I o en el siglo XXI, intenta que el rebaño esté unido y cuida sus ovejas, ama a la gente y vela por la unidad en este mundo plural», aclaró.

«El palio tiene muchos significados, pero uno de ellos es el de la unidad y la catolicidad, muy subrayadas por el Papa en la homilía», recalcó el metropolita.

«El único pastor es Jesucristo, los otros somos imitadores del único pastor», confesó a Zenit momentos después de la celebración en la que Benedicto XVI impuso el palio a los nuevos arzobispos metropolitas.

A monseñor Pujol le tocó el último turno –el primero en el listado de los candidatos– por antigüedad, pues fue nombrado el 15 de junio de 2004.

«Cuando me confirió el palio le dije al Santo Padre que era arzobispo de Tarragona y le pedí una bendición para la archidiócesis y para mi familia, especialmente para un hermano que está enfermo. Para mí fue un momento muy emocionante, experimenté este signo de unión y comunión».

«El ecumenismo ocupa mi corazón y es significativo que la celebración de consigna del palio se realice el día de San Pedro y San Pablo junto a una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. En mi diócesis hay ortodoxos y tenemos una relación cada vez más afectuosa y de colaboración», explica.

El arzobispo reconoce a Zenit que es una persona privilegiada, pues fue uno de los últimos obispos recibidos en visita «ad limina» por Juan Pablo II y uno de los que más pudieron conversar en esa ocasión con el entonces cardenal Joseph Ratzinger, justo a finales de marzo de este año.

«Cuando uno está en Dios todo es un privilegio», dice y añade: «Dios da mucho más de lo que pide, yo lo compruebo siempre. La gente tiene miedo de ser generosa y darse a Dios, e insisto, no ven que Él da mucho más de lo que nos pide».

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ZENIT Staff

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