Cuando hay testigos heroicos de la fe, la sociedad no puede seguir siendo igual

Entrevista con el obispo Javier Navarro Rodríguez, de San Juan de los Lagos, México

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ROMA, lunes, 5 septiembre 2005 (ZENIT.orgEl Observador).- Con una proporción de 3 mil 500 personas por sacerdote, la diócesis de San Juan de los Lagos, posee el más alto promedio en México en este renglón.

Tierra de mártires, peregrinaciones (Nuestra Señora de San Juan de los Lagos ocupa el segundo lugar en devoción mariana del país), de vocaciones sacerdotales y migración; tendrá un lugar de privilegio con las beatificaciones de mártires «cristeros» que tendrán lugar en Guadalajara, el próximo 20 de noviembre.

Por este motivo, entrevistamos al obispo de San Juan de los Lagos, monseñor Javier Navarro Rodríguez, en el marco de la visita «ad limina apostolorum» de los obispos mexicanos al Papa Benedicto XVI.

–¿Cómo explica usted la abundancia de mártires en la diócesis de San Juan de los Lagos?

–Monseñor Navarro Rodríguez: La respuesta me la acaba de dar el Papa Benedicto: por la devoción mariana tan fuerte. La actual Basílica, Santuario y Catedral de San Juan de los Lagos tiene más de 270 años, y la Virgen más de cuatro siglos y medio, por lo que ha atraído peregrinos de todo México y de buena parte de América. Eso explica todo.

–¿Qué dimensión le encuentra a la beatificación de mártires de «la Cristiada»?

–Monseñor Navarro Rodríguez: Primero, la alegría. Además, cuatro de los próximos beatos son de la diócesis y los cuatro son laicos. En la causa anterior (san Cristóbal Magallanes y compañeros, año 2000), todos los santos de la diócesis eran sacerdotes. Nos enseña mucho que estos próximos beatos se llamen y se apelliden como nosotros. Esto dará oportunidad de asimilar mejor lo que ha sido doctrina del magisterio desde hace años: que la santidad es una vocación universal.

–¿Y el de la «cabeza» de la lista: Anacleto González Flores?

–Monseñor Navarro Rodríguez: Es un gran ejemplo de un laico, de cuna humilde, autodidacta, esforzado, pero, sobre todo, valiente para defender la fe. La claridad de su posición durante la persecución religiosa y su pacifismo, son muestra de cómo un laico, padre de familia, antepone la Gloria de Dios, la defensa del reinado de Cristo Rey, a los intereses personales. Lo mismo podemos decir de otros beatos próximos, como Emilio Gómez Losa.

–¿Son los mártires de la persecución una «presencia» en el proceso de reconocimiento de la identidad católica mexicana? ¿Hay un vínculo entre el cambio pacífico hacia la democracia que está viviendo el país y esta sangre de los mártires, derramada en odio a la fe?

–Monseñor Navarro Rodríguez: A mi me parece muy claro que existe una conexión. Cuando alguien es capaz de matar por defender su ideología o sus convicciones, esto no indica más que incapacidad de escucha, de diálogo. Pero, cuando alguien es capaz de morir por defender sus convicciones, ése es auténtico, sí sabe escuchar; y una forma de hacerse escuchar es, también, derramando su sangre. Hablando de Anacleto: cuando la fuerza de las palabras no es suficiente, el martirio es una expresión muy fuerte de gente que quiere exponer la verdad de la fe.

–¿Hay más ejemplos en su región de esta fuerza de la fe?

–Monseñor Navarro Rodríguez: Sí, afortunadamente, hay muchos. En todo Jalisco. Yo fui obispo auxiliar en Guadalajara, con el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo [asesinado el 24 de mayo de 1993]. Es una región con identidad católica en el sentido de compartir valores, matriz cultural y, sobre todo, creencias. La raíz es la fe y los testimonios heroicos son sus ramificaciones en el tiempo. Tepatitlán, por ejemplo, es tierra de San Tranquilino Ubiarco, sacerdote y mártir de la persecución. Y de Anacleto González Flores, próximo beato.

–¿Se puede hacer una distinción entre la popularidad de san Tranquilino y la del beato Anacleto?

–Monseñor Navarro Rodríguez: Así lo pienso yo. San Tranquilino Ubiarco forma parte de los 25 santos que Juan Pablo II nos regaló en el año 2000. Sin embargo, la figura de Anacleto podría tener más impulso por su condición de laico. Su beatificación habrá de arrastrar a los laicos hacia el crecimiento de la fe y su proyección hacia las estructuras temporales (políticas, económicas, sociales). Va a ser una ganancia maravillosa para los laicos en la diócesis y en México.

–La democracia, la paz social, las aspiraciones del pueblo católico mexicano, ¿se verán abonadas por las beatificaciones de noviembre?

–Monseñor Navarro Rodríguez: Sí, claro que sí. Porque en las figuras de los mártires hay que ver las ansias de cambio hacia la verdad y hacia la libertad. Cuando hay testigos heroicos de la fe, la sociedad no puede seguir siendo igual.

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ZENIT Staff

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