Benedicto XVI presenta la igualdad y la fraternidad como actuales desafíos de Francia

Ante la violencia que vivió recientemente el país en varias ciudades

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 19 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Ante el fenómeno de la inmigración que en estos últimos años ha vivido Francia, Benedicto XVI considera que el actual desafío del país consiste en la armónica vivencia de la igualdad y la fraternidad.

Las palabras del Papa tienen lugar después de los disturbios que a partir del 27 de octubre sacudieron barrios de varias ciudades de Francia, habitados en buena parte por familias inmigrantes: jóvenes, en muchos casos pequeños adolescentes, quemaron vehículos.

En los altercados, decenas de policías quedaron heridos y cientos de personas fueron detenidas. Estas violencias que se prolongaron durante veintidós días en más de cien ciudades de todo el país, constituyen el conflicto más importante ocurrido en Francia desde mayo del 1968

Al recibir este lunes las cartas credenciales del nuevo embajador ante la Santa Sede, Bernard Kessedjian, el Papa constató «la insatisfacción profunda de una parte de la juventud», demostrada por esos hechos.

«Esa situación parece haber tocado no sólo las afueras de las grandes ciudades, sino todos los ámbitos de la población –reconoció el obispo de Roma–. Las violencias internas que dejan huella en las sociedades y que son absolutamente condenables representan, sin embargo, un mensaje, especialmente en el caso de los jóvenes, que nos invita a tener en cuenta sus exigencias».

Al mismo tiempo, señaló, es necesario dar «una respuesta a la altura de estas tensiones dramáticas de nuestra sociedad».

Por otro lado, el pontífice señaló la deuda histórica asumida por Francia con los numerosos trabajadores extranjeros que emigraron a ese país sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial.

Según señaló, «es importante agradecerles al igual que a sus descendientes esta riqueza económica, cultural y social de la que son parte integrante».

«En su inmensa mayoría han pasado a ser franceses a pleno título –explicó–. Hoy el desafió consiste en vivir los valores de igualdad y de fraternidad, que son parte constitutiva de la identidad de Francia, de modo que todos los ciudadanos, en el respeto de las diferencias legítimas, formen parte de una auténtica cultura común, portadora de los valores morales y espirituales fundamentales».

En este sentido, el Papa consideró que es decisivo promover la familia, factor insustituible de integración, pues es una institución con la cual «ninguna otra forma de organización relacional puede ser comparada».

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ZENIT Staff

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