TIANJIN, miércoles, 21 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Sacerdotes católicos de las diócesis de Taiyuan y Yuci --provincia china de Shanxi-- ha sido objetivo de un brutal apaleamiento motivado por la defensa de propiedades de sus circunscripciones eclesiásticas.

El pasado 15 de diciembre un grupo de 48 sacerdotes y 2 religiosas llegaron a Tianjin desde Taiyuan (provincia china de Shanxi) para pedir la restitución de algunos edificios que pertenecen a la diócesis. Situados en el paseo marítimo, tales construcciones, de estilo occidental, tienen gran valor.

Confiscados en tiempos de Mao Zedong, según las leyes chinas deberían haber sido devueltos a la diócesis a partir 1979. Desde 1993 la diócesis reclama la devolución de los edificios y una «solución razonable» para los que han sido demolidos sin autorización de sus legítimos propietarios.

Especializada en el mundo chino, la agencia «AsiaNews» del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras relató que el grupo de sacerdotes y religiosas que llegaron a Tianjin el jueves pasado hicieron una sentada ante la sede consistorial, a pesar del intenso frío, y mostraron pancartas con la reclamación de la diócesis.

Tras algunas horas, llegaron algunos funcionarios del Departamento de Quejas que garantizaron «diálogo y reconciliación» si los sacerdotes se dispersaban. A mediodía el grupo de la diócesis de Taiyuan se trasladó ante los edificios requisados, que están vacíos, y buscaron refugio en su interior, decidiendo regresar al día siguiente a la casa consistorial.

Esa tarde el vice-alcalde de Tianjin convocó a un grupo de doce sacerdotes para abrir el diálogo, pero sin lanzar ninguna propuesta sustancial.

Al día siguiente, más de una treintena de «matones» --denuncia la agencia del PIME— llegaron frente a uno de los edificios en cuestión y, bajo excusas, llamaron fuera a algunos sacerdotes a quienes recibieron con una lluvia de golpes a base de palos, barras de hierro y ladrillos.

Algunos de los sacerdotes resultaron heridos de consideración, como es el caso
de Chang Xiaowu, Chang Jiping, Han Hui, Zhang Zhaoyu, Lian Xianbao.

Así lo detalla el mensaje que la comunidad católica de las diócesis de Taiyuan y Yuci remitió a la citada agencia el domingo. Añade que también resultaron heridos un diácono, Liu Zhiying, y una mujer católica, Song Zhiying.

Los sacerdotes llamaron a la policía, pero cuando ésta llegó los agresores habían huido. Y si bien las fuerzas del orden consintieron en el traslado de los heridos al hospital, en cambio fueron llevados primero a la central policial para su interrogatorio. Sólo después de horas aceptaron su envío al centro sanitario.

Después de estos sucesos, las comunidades católicas de la diócesis de Taiyuan y de la de Yuci –todos los obispos, sacerdotes y fieles-- dirigieron el domingo pasado un llamamiento por escrito al Gobierno popular de Tianjin, al Ministerio del Frente Unido y a la Oficina Central de Asuntos Religiosos pidiendo intervención para que se haga justicia respecto a las propiedades de ambas diócesis, que el gobierno local de Tianjin se ha apropiado contra las normas establecidas por Pekín.

Recuerda el escrito que los edificios, confiscados por Mao Zedong deberían haber vuelto a la Iglesia tras la Revolución Cultural (1966-1976). De hecho, el retorno de las propiedades eclesiásticas –como medio de sustento de las comunidades— está reafirmado con los reglamentos sobre actividades religiosas de 1994 y 2005.

Pero desde hace años el Departamento de las propiedades inmobiliarias (gubernativo) administra por su cuenta terrenos y arrendamientos de los edificios.

Se hace eco de este último comunicado diocesano «AsiaNews», confirmando que tales edificios eran propiedades de institutos misioneros ya en los siglos XIX y XX. Las rentas derivadas del alquiler de terrenos y casas financiaban las misiones del interior, más pobres.

Antes de la llegada de Mao, las propiedades de los institutos misioneros fueron transferidas a las diócesis respectivas.

Para la agencia del PIME, lo ocurrido contra los sacerdotes de Shanxi recuerda a la agresión que sufrieron religiosas en Xian (Cf. Zenit, 5 diciembre 2005).