MADRID, lunes, 6 febrero, 2006 (ZENIT.org).- Don Pablo Cervera, nuevo director de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) explica a Zenit qué entiende por «El pan de nuestra cultura católica», eslogan de esta editorial simbólica.
Para Cervera, hoy día «la cultura católica necesita de un cimiento sólido en un mundo con tanto cambio y vaivén».
Este sacerdote madrileño ha sido desde 1997 el director de Pastoral de la Fundación Universitaria San Pablo CEU y sustituye en la dirección de la BAC al sacerdote, periodista y escritor Joaquín Luis Ortega.
La BAC comenzó publicando su primer libro, la Sagrada Biblia, el 18 de marzo de 1944.
–La BAC se define como «El pan de nuestra cultura católica». ¿Cómo se consigue ofrecer «pan» tierno en un momento en el que proliferan tantos otros productos?
–Cervera: Efectivamente, se ha hecho proverbial esa definición de la BAC a lo largo de su existencia. Conectando con su pregunta recuerdo que, al felicitarme por mi nuevo cargo, me deseaba un obispo «que la BAC sea «pan de la cultura católica» y no mendrugo que se atragante». El pan es elemento básico en la nutrición de la vida humana y debería estar al alcance de todos.
Pasando de la metáfora al plano editorial se hace muy necesario un discernimiento a la hora de ofrecer un nuevo libro para no caer en querer atender «necesidades periféricas o discutibles» o en exclusivos afanes de ganancia puramente mercantil.
El consumismo también ha llegado al campo editorial. Proliferan las publicaciones, lo cual es una riqueza, siempre que no caigamos en lo que los alemanes llaman la «Wegwerfengesellschaft» (la sociedad que vive desechando permanentemente todo lo que consume).
Una editorial como la BAC quiere alimentar tanto necesidades de vuelo de altura (el mundo de la cultura) como de vuelo rasante (el sencillo Pueblo de Dios). Esto quiere hacerlo de modo accesible al bolsillo del lector no sea que, como alguien comentaba sarcásticamente, la BAC se convierta en las «angulas» de la cultura católica.
–Su biografía está acompañada de una intensa labor intelectual. ¿Cree que la cultura católica actual está carente de pensamiento fuerte?
–Cervera: Doy gracias a Dios por el itinerario formativo que he seguido desde mis lejanos años de seminario hasta mi estancia en Roma y permanencias en otros países para estudio de lenguas. Siempre me sentí llamado en esa dirección aunque inicialmente los proyectos de la Iglesia sobre mí eran toda una vida dedicada a la docencia e investigación, que ejercí algunos años.
Circunstancias de la vida cambiaron ese rumbo concreto pero no mi dedicación en un doble campo: en el ámbito al que fui enviado, el de la pastoral universitaria, que requiere específicamente esa atención al apostolado intelectual o de la cultura, y el campo editorial que se me fue abriendo con publicaciones varias y dirección de colecciones en diversas editoriales.
Ciertamente la cultura católica necesita de un cimiento sólido en un mundo con tanto cambio y vaivén. Yo no diría tajantemente que se carezca de un pensamiento fuerte. Hay autores y obras que ofrecen un pensamiento capaz de sostener un discurso sólido.
El problema, quizá, sería que ese pensamiento incidiera más hondamente en la sociedad y en la vida de la Iglesia de modo que se genere lo que usted llama cultura católica.
Muchos católicos están más «formados» por corrientes de pensamiento relativistas, agnósticas, en definitiva no católicas, que por la genuina savia de un pensamiento elaborado desde la fe.
–El hecho de que la BAC sea propiedad de la Conferencia Episcopal, ¿qué beneficios implica y que limitaciones comporta?
–Cervera: Si no hablamos de beneficio económico, el gran beneficio es el respaldo episcopal con que el pueblo de Dios puede contar al recibir las obras publicadas. Evidentemente esto exige un celo especial a la hora de discernir lo que se publica. Aunque para algunos eso pueda llamarse «limitación» yo, sin embargo, creo ver en ello una ayuda precisamente por el momento religioso y cultural que vivimos.
Por ser propiedad de la Conferencia Episcopal, en el orden económico, la BAC se acoge a la ley de incentivos fiscales con la exención de los impuestos sobre sociedades y sobre actividades económicas.
–¿Qué desearía que fuera la BAC en los años que vienen?
–Cervera: Yo recibo una riquísima herencia que tengo el deber de conservar y acrecentar. Por eso, deseos personales aparte, la BAC tiene que ser ese verdadero instrumento de ayuda a la evangelización entendida en el marco de todo lo dicho antes.
En ese sentido, querría que la BAC, durante los años en que yo esté al frente de ella, fuera fiel a su prestigiosa historia (la editorial existió incluso antes que la misma Conferencia Episcopal) en una coyuntura en que han cambiado enormemente las circunstancias dentro de las cuales se tiene que seguir abriendo paso, tras el camino iniciado y recorrido durante tantas décadas.