El Papa aprueba la beatificación del apóstol de los «intocables» en la India

Que presidirá el arzobispo de Ernakulam (Kerala)

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CIUDAD DEL VATICANO/ERNAKULAM, miércoles, 8 febrero 2006 (ZENIT.org).- A las pocas semanas de que el Papa haya abierto las puertas a la beatificación del sacerdote indio Augustine Thevarparampil (apóstol de los «intocables»), ha accedido a que se celebre en la localidad natal del futuro beato, Ramapuram, el próximo 30 de abril.

Así lo confirma un comunicado difundido el martes por la Conferencia de los Obispos Católicos de la India (CBCI), haciéndose eco de la carta que ha enviado el cardenal Angelo Sodano –secretario de Estado del Vaticano— al cardenal Varkey Vithayathil –arzobispo mayor de Ernakulam-Angamaly, de rito siro-malabar–.

El cardenal Sodano ha escrito al purpurado indio «informándole del permiso del Papa para dirigir la ceremonia de beatificación del venerable siervo de Dios Augustine Thervarparampil en Ramapuram y solicitándole que presida la ceremonia en nombre del Papa», dice la nota difundida por la CBCI.

Acogerá la ceremonia la iglesia de Ramapuram.

Es donde nació «Kunjachan» («pequeño sacerdote», como era popularmente conocido) el 1 de abril de 1891. La localidad pertenece a la eparquía de Palai (Estado indio de Kerala), de donde el futuro beato fue sacerdote desde 1921.

El episcopado católico indio subraya que la mayor parte de su ministerio sacerdotal la desarrolló en su propia parroquia, la iglesia de St. Augustine en Ramapuram, como uno de los tres sacerdotes asistentes durante más de cuatro décadas.

Falleció el 16 de octubre de 1973 a los 82 años. Inmediatamente su sepultura, en la citada parroquia, se convirtió en centro de peregrinación.

Actualmente está enterrado en la catedral de Palai, en la diócesis de Ramapuran.

Thevarparambil Kunjachan bautizó a más de cinco mil «dalits», pertenecientes a los «intocables», a quienes siempre llamaba «mis hijos», explicaron los testigos en el proceso de beatificación.

«No fue más que un sacerdote normal, sin dotes particulares en ningún sector de las actividades humanas. Pero era sencillo, amable, servicial y caritativo con los pobres y maltratados», explica la página web que se le ha dedicado (www.kunjachan.org).

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ZENIT Staff

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