ROMA, jueves, 9 febrero 2006 (ZENIT.org).- Acaba de llegar a las librerías italianas un volumen escrito por el obispo Giampaolo Crepaldi, secretario del Segretario del Consejo Pontificio Justicia y Paz, y Stefano Fontana, director del Observatorio Internacional Cardenal Van Thuân, titulado «La dimensión interdisciplinar de la doctrina social de la Iglesia» («La dimensione interdisciplinare della Dottrina sociale della Chiesa»).
Es el primer volumen de la colección «Cuadernos del Observatorio», promovida por el citado organismo (www.vanthuanobservatory.org en colaboración con la editorial Cantagalli de Siena.
Para saber más sobre el libro, Zenit ha entrevistado a monseñor Crepaldi.
–¿Por qué dice que la doctrina social de la Iglesia es interdisciplinar?
–Monseñor Crepaldi: Lo dice la encíclica «Centesimus Annus» de Juan Pablo II, al explicar que la doctrina social de la Iglesia tiene una importante dimensión interdisciplinar. Es una indicación de gran importancia ya que sin entrar en diálogo con las diferentes disciplinas que se ocupan del hombre y de la sociedad, el Evangelio corre el riesgo del fundamentalismo o de la ineficacia.
Paradójicamente, esta importante indicación del magisterio no ha sido profundizada, de modo que los estudiosos de las diversas materias, y los expertos de doctrina social, no siempre han sabido trabajar juntos. Por el contrario, a menudo han actuado como extraños los unos a los otros. Este libro quiere eliminar las trabas teóricas a este diálogo. Las dificultades prácticas dependen en cambio de la buena voluntad de los interlocutores.
–¿Cuáles son los principales obstáculos en este sentido?
Monseñor Crepaldi: Hay muchos, y el libro los afronta con calma uno a uno. Está el obstáculo de considerar que la doctrina social no es un verdadero saber, hay quien piensa que es imposible la unidad del saber, está quien descuida uno u otro aspecto de la doctrina social, quien deja a un lado el papel del magisterio respecto a la tarea de los teólogos, quien da más importancia a la praxis que a la doctrina, quien sostiene demasiado la historicidad de la doctrina social, insistiendo excesivamente en el cambio, quien desearía sustituir la teología o la filosofía por las ciencias humanas, etc. El libro asume una tarea: dar a cada uno lo suyo. En el marco unitario y al mismo tiempo articulado de la doctrina social, lo importante es que cada aspecto se coloque en su justo lugar.
–Entre los obstáculos que a menudo impiden hoy un diálogo entre la doctrina social de la Iglesia y otras áreas del saber, en su opinión ¿cuál es el más importante y difícil de superar?
–Monseñor Crepaldi: No atribuir a la fe un valor cognoscitivo. Si la fe se considera una simple elección inmotivada, una opción irracional, entonces tampoco a la doctrina social de la Iglesia, que nace de ella, se atribuye un valor científico. No se considera un verdadero «saber» con el que se pueda dialogar. El principal obstáculo, por tanto, deriva de una cierta concepción del cientificismo, de tipo exclusivamente experimental. Pero en cuanto se sale de este prejuicio antiguo, las posibilidades de diálogo se multiplican.
–¿Qué se espera de este libro?
–Monseñor Crepaldi: Que abra puertas, que contribuya a crear puentes y que cree diálogo y contacto entre quien se ocupa de una y otra disciplina y la doctrina social de la Iglesia. Pensamos en las áreas de la biopolítica o las finanzas, la jurídica o la política internacional, por ejemplo.
La doctrina social de la Iglesia no es sólo para los católicos y mucho menos sólo para los sacerdotes. Es para la vida. Su lugar está allí donde se realizan las pequeñas y grandes elecciones de la humanidad. Y allí debe encontrarse con las competencias y con los saberes del hombre. Como se ve, lo que está en juego es mucho.