Tras profanaciones, diócesis mexicana cierra 200 templos a la visita y oración de los fieles

No se suspende el culto

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LA PAZ, domingo, 12 febrero 2006 (ZENIT.orgEl Observador).- La Diócesis de La Paz, en el Estado mexicano de Baja California, ha decidido cerrar, a manera de desagravio, cerca de 200 templos hasta el próximo mes de marzo.

La decisión ha sido comunicada este fin de semana por el obispo diocesano, monseñor Miguel Ángel Alba Díaz, como protesta en contra las profanaciones de la Catedral de la Paz, el Santuario de Guadalupe y dos parroquias del Municipio de Comondú.

De acuerdo al comunicado del obispo Alba Díaz –quien acaba de participar en el Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía–, la Diócesis de Nuestra Señora de La Paz ha determinado cerrar a la oración y a la visita de los fieles cerca de 200 capillas e iglesias que se extienden a lo largo de la Baja California (al noroeste del país), así como enmudecer el tañido de campanas por un mes.

Desde luego, esta acción sin precedentes en el territorio bajacaliforniano no toca la suspensión de cultos. Hasta el 3 de marzo se volverán a abrir a la oración y la visita de los fieles los templos y las capillas diocesanas, según ha informado monseñor Alba Díaz y ha reproducido el periódico «Milenio».

«Decretamos que cada viernes, hasta el día 3 de marzo, se celebre en Catedral una Misa y una Hora Santa en desagravio por todos los pecados cometidos en la Diócesis contra la santa Eucaristía, y únicamente los viernes se celebrarán misas en las iglesias a las 7 de la tarde y las actividades del Decanato se suspenderán hasta el jueves 2 de marzo, a las 19 horas, cuando se realice una Vigilia de Oración durante toda la noche para culminar el primer viernes de Cuaresma», expresó el obispo en su comunicado.

Como en buena parte de México, el robo de objetos sagrados y de culto, así como de arte sacro, se está efectuando en La Paz a plena luz del día. Hace una semana, fue robado el Sagrario de la Catedral, junto con el Cáliz y el Santísimo Sacramento del altar. Este último se lo robaron entre las dos y las cuatro de la tarde del domingo pasado.

«Este sacrilegio –subrayó monseñor Alba Díaz en su comunicado– es un grave pecado, que si fue cometido por católicos, el Derecho Canónico sanciona con penas reservadas a la Sede Apostólica, y si fue cometido por personas no católicas, aparte de constituir un grave delito, representa un fuerte y doloroso agravio a lo más sagrado de nuestras creencias».

México ocupa uno de los tres primeros sitios en América Latina por lo que corresponde al robo de templos y capillas, y hasta ahora las autoridades de la Policía han sido rebasadas por los criminales sin que se vean visos de impedir tan terrible expolio.

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ZENIT Staff

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