La violencia, en nombre de Dios, es aún más grave; asegura Benedicto XVI

En particular los ataques a lugares de culto en Irak y Nigeria

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 26 febrero 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI condenó este domingo todo acto de violencia en nombre de Dios y, en particular, los ataques contra lugares de culto, como los que han tenido lugar en los últimos días en Irak y Nigeria.

Tras rezar la oración mariana del Ángelus, el Papa recordó que «siguen llegando en estos días noticias de trágica violencia en Irak, con atentados en las mismas mezquitas. Se trata de acciones que siembran luto, alimentan el odio, y obstaculizan gravemente la de por sí difícil obra de reconstrucción del país».

El ministro de Defensa iraquí, Saadoun Dulaimi, indicó este sábado que la ola de violencia tras el atentado contra el mausoleo chií de Samarra dejó 119 muertos y decenas de ataques a mezquitas, advirtiendo ante la posibilidad de «una guerra civil» que «nunca terminará».

El Papa mencionó también los enfrentamientos que han tenido lugar en Nigeria entre cristianos y musulmanes, «con muchas víctimas y destrucción de iglesias y mezquitas».

Estos incidentes, en el país más poblado de África, causaron esta semana la muerte de más de 150 personas y unos 900 heridos. Si bien los enfrentamientos se deben en buena parte a cuestiones políticas, la chispa que provocó su estallido fueron las protestas contra la publicación de viñetas sobre Mahoma en periódicos occidentales.

El obispo de Roma expresó su «firme condena por la violación de los lugares de culto» y encomendó «al Señor a todos los difuntos y a quienes lloran por ellos».

Dirigiéndose a los creyentes propuso «una oración y penitencia más intensas, en el sagrado tiempo de Cuaresma, para que el Señor aleje de esas queridas naciones, y de otros muchos lugares de la tierra, la amenaza de semejantes conflictos».

Según Benedicto XVI, «el fruto de la fe en Dios no son los antagonismos devastadores, sino el espíritu de fraternidad y de colaboración a favor del bien común».

«Dios, creador y Padre de todos, pedirá cuentas aún más severamente a quien derrama en su nombre la sangre del hermano –advirtió–. ¡Que todos, por intercesión de la Virgen santa, se vuelvan a encontrar en Él, quien es la auténtica paz!».

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ZENIT Staff

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