Allí se trasladaron para entrevistarse con una delegación de la Organización para la Cultura y las Relaciones Islámicas (ICRO).
La visita es tanto más significativa porque se inscribe en un contexto internacional tenso entre Irán y la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA).
Encabezada por monseñor Pierre Bürcher, presidente del GTI y obispo auxiliar de Ginebra, la delegación suiza aceptó la invitación del ayatollah Mahmoud Mohammadi Araqi, presidente del ICRO, durante la visita de este último a Suiza el pasado septiembre.
«El GTI y el ICRO –subrayó Mario Galgano–, van en la misma dirección porque tienen los mismos fines. Cristianos y musulmanes colaboran en el GTI. Nosotros hemos querido reforzar nuestras relaciones con el ICRO para promover juntos el diálogo islamo-cristiano».
La delegación se entrevistó también con los líderes de las minorías religiosas cristianas y judías del país reconocidas por el Estado iraní, subrayó Galgano. Las conversaciones prosiguieron el lunes 24 de abril.
El mismo día, en una nota difundida por la Conferencia Episcopal Suiza, se hizo un balance positivo de la visita a Irán.
«Las prioridades que se fijó el GTI para este viaje se han realizado en concreto –explica–: el encuentro con las minorías cristianas presentes en Irán y el diálogo interreligioso con los representantes musulmanes iraníes».
El GTI ha podido experimentar «la calidad de la acogida» iraní y la posibilidad de visitar comunidades y lugares históricos de relevancia.
Pero también se han podido constatar en el terreno aún dificultades, dice la nota: «La libertad de religión no se limita a la libertad de culto».
Para llevar a cabo cuanto prevé el Derecho Internacional respecto a los derechos civiles y políticos de las comunidades religiosas, éstas, en ambos países, piden la ayuda material del Estado.
Se anuncia, por otro lado, «la publicación en Irán de un libro, en dos idiomas, que contiene el relato de los encuentros» entre el ICRO y el GTI.