MOSCÚ, martes, 4 julio 2006 (ZENIT.org).- En un encuentro sin precedentes, poco más de 200 líderes de todas las religiones del mundo y de 40 países distintos, se han reunido durante tres días en la capital rusa para discutir sus posiciones acerca de problemas que aquejan a la sociedad contemporánea.
El objetivo: influenciar de forma favorable las decisiones de los políticos y propiciar un cambio general en el papel que desempeña la religión en tiempos de globalización.
A decir del metropolita Kirill de Smolensk y Kaliningrad, presidente del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú, en un mundo globalizado donde todos vivimos bajo un «mismo techo», es de suma importancia trabajar no por una «unificación» que acabe con las tradiciones y culturas de los pueblos, sino por una «unión global» donde existan y se respeten dichas tradiciones, entre ellas, las religiosas.
Inaugurada con la presencia del presidente de Rusia, Vladimir Putin, en uno de los hoteles de la zona centro de la ciudad, la «Cumbre Mundial de Líderes Religiosos» era verdaderamente un mosaico multicultural y plurirreligioso.
En los salones y vestíbulos se podían ver monjes budistas, rabinos, metropolitas, cardenales y muftíes conviviendo «codo con codo», en un ambiente donde las diferencias existentes parecían haberse dejado de lado para tratar de encontrar soluciones a problemas tan actuales como el terrorismo, el extremismo, la xenofobia y la intolerancia.
De igual forma se afrontan los desafíos del diálogo entre civilizaciones, el narcotráfico, la venta de armamentos, el papel de los medios de comunicación, la defensa y promoción de la familia y la vida humana, la responsabilidad ecológica y el respeto a los sentimientos religiosos.
«Los ideologistas del terror han construido sus especulaciones basados no sólo en los problemas sociales más apremiantes, sino también en el “analfabetismo” religioso y en los sentimientos separatistas y nacionalistas», dijo en su discurso Vladimir Putin.
«El desconocimiento de las bases culturales de las religiones hace a las personas, sobre todo a las más jóvenes, vulnerables a los movimientos extremistas. La degradación de los principios morales en las sociedades es en gran parte responsable de la xenofobia y el odio racial», expresó el presidente ruso.
«Cada comunidad religiosa tiene experiencia propia en el diálogo entre civilizaciones y es de gran importancia que la utilicen para continuar este diálogo por el bien de nuestros países y naciones», agregó.
Reconociendo la calidad humana y la preparación de los líderes presentes, el presidente Putin sorprendió fuera de protocolo con la promesa de llevar las propuestas de la Cumbre a la reunión del Grupo de los Ocho países más industrializados (G-8), que tendrá lugar en San Petersburgo del 15 al 17 de julio.
«Todas sus ideas serán no solamente escuchadas por los líderes del G-8, sino recibidas para ser llevadas a cabo», prometió Putin.
Por su parte el Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Su Beatitud Alejo II, anfitrión principal de la Cumbre, expresó su esperanza de que los líderes religiosos sean capaces de formular un acercamiento en común para afrontar los problemas tratados en el encuentro.
La Cumbre, según el patriarca, busca «prevenir que conflictos étnicos se conviertan en religiosos y detener la proliferación de movimientos destructivos pseudo-religiosos», afirmó el Patriarca.
En representación del Islam, el ayatolá Ali-Tashiri, de Irán, pidió que la misión de la Cumbre se orientara hacia «la sinceridad y el respeto de todos los líderes religiosos para que las diferencias fueran resueltas y se actuara en favor del mundo, del hombre y de Dios [Alá]».
Afirmó que los líderes religiosos del mundo «están llamados a encontrar denominadores comunes y a cooperar en lo que los une, en lugar de centrar su atención en lo que los separa».
Agregó que el Islam llama a la gente a trabajar por el bien común, por lo que se debía luchar contra el terrorismo. «Si elevamos los valores morales, podremos librarnos entonces de esta enfermedad», mencionó Ali-Tashiri.
Por su parte, el rabino jefe de Israel, Yonah Metzger, en nombre de la religión Judía, llamó a los líderes presentes a formar una organización internacional, tipo Naciones Unidas, para las comunidades religiosas.
«Las religiones deben dialogar entre ellas. Aún y cuando entre los países no existan relaciones diplomáticas», declaró Metzger.
En sus palabras una organización de este tipo debería reunirse constantemente para ayudar a la solución de los problemas más urgentes y al fortalecimiento de la espiritualidad. Y el objetivo principal debería ser: predicar el mandamiento de «no matar», dijo el rabino.
«Nunca hay que permitir matar en nombre de Dios, en nombre de la religión», subrayó.
Resaltando también el papel de los líderes religiosos en el combate de los problemas contemporáneos, el patriarca principal de los budistas en Camboya, Tep Vong, aseguró que los monjes budistas «van a luchar contra el terrorismo y el extremismo, así como a favorecer el diálogo».
«La solución de los problemas actuales debe buscarse en los estudios religiosos porque la religión conlleva solidaridad y hermandad», señaló el patriarca budista.
Al platicar Zenit con el cardenal Theodore Edgar McCarrick, arzobispo emérito de Washington, sobre qué era a su parecer lo más relevante del encuentro, sin titubear respondió: «lo más importante es que el evento haya tenido lugar y que sea en Rusia, en Moscú, donde 15 años atrás hubiera sido simplemente impensable».
Los periodistas preguntaron al metropolita Kirill de Smolensk y Kaliningrad por qué no fue invitado a la Cumbre el Papa Benedicto XVI. El representante del patriarcado respondió: «El encuentro entre el Papa y el Patriarca Alejo II debe ser un evento diferente a la Cumbre. Si se dan las circunstancias, por sus características e importancia, debe ser en otro momento y lugar. No en la Cumbre. Y esto lo entiende bien el Vaticano. Por ello nos han mandado una delegación de muy alto nivel».
«Me parece que es más una percepción de los periodistas el tratar de hallar algo en esto», comenta.
Entre los ausentes también está el Dalai Lama. A decir del metropolita Kirill, el hecho se debió a una serie de negociaciones delicadas con el gobierno chino. Para no interferir en las relaciones diplomáticas los organizadores tuvieron que abstenerse de su presencia.
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Jul 04, 2006 00:00