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Queridos fieles genoveses:
¡Paz y bendición apostólica!
Os escribo con ocasión de la publicación del nombramiento de vuestro arzobispo como nuevo secretario de Estado.
Durante los tres años en los que ha gobernado la Iglesia que está en Génova habéis podido apreciar las dotes y cualidades que lo hacen un pastor fiel, especialmente capaz de conjugar solicitud pastoral y preparación doctrinal.
Precisamente estas características, junto con el mutuo conocimiento y confianza, madurados a lo largo de los años de servicio común en la Congregación para la doctrina de la fe, me han impulsado a escogerlo para ese alto y delicado cargo al servicio de la Iglesia universal, en la Santa Sede.
Sé que he pedido al cardenal Bertone un gran sacrificio; sé que no es menor el de los fieles encomendados a su solicitud pastoral en Génova. Pero estoy seguro de que llevará su afecto y su oración por vuestra comunidad ad Petri sedem. La historia de vuestra diócesis atestigua una fidelidad generosa al Vicario de Cristo; apelo a esta generosidad también en virtud del nombre que elegí para mi ministerio petrino: el nombre del último Papa genovés, muy devoto de la Virgen de la Guardia, a la que encomiendo a todos en este momento de paso delicado pero también lleno de gracia, porque siempre «todo contribuye al bien de los que aman a Dios» (Rm 8, 28).
Precisamente en virtud de vuestra fiel y obediente generosidad con la Santa Sede voy a proveer cuanto antes al nombramiento del nuevo sucesor para la cátedra de san Siro.
Os pido que os unáis a mí en la oración al Espíritu Santo para que nos ayude en este discernimiento y desde ahora aseguro mi bendición apostólica y mi recuerdo en la oración por todas las realidades de la Iglesia que está en Génova: por los pastores, los consagrados, las familias, los jóvenes y los enfermos.
Vaticano, 22 de junio de 2006
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