El observador vaticano ante la ONU habla sobre medios, verdad y paz

Entrevista al arzobispo Celestino Migliore

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NUEVA YORK, viernes, 28 julio 2006 (ZENIT.org).- Los medios de comunicación tienen un papel decisivo en la superación de los conflictos, dice el observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas.

En esta entrevista concedida a Zenit, el arzobispo Celestino Migliore comenta la tarea esencial de los medios en la búsqueda de la verdad y la justicia.

–¿Es usted optimista sobre los católicos implicados en promover la paz y la comprensión?

–Arzobispo Migliore: A simple vista, la historia cristiana motiva y sostiene este optimismo. Todo comienza con las que se han dado en llamar las siete palabras de misericordia que esquemáticamente resumen, si uno puede usar esta expresión, el mensaje del Evangelio.

De quienes han vivido las obras de misericordia, ha nacido las estructuras de los modernos estados dedicadas a la educación, la salud, la seguridad humana y la seguridad alimentaria, y el respeto de los derechos fundamentales de cada ciudadano.

Las Convenciones de Ginebra y las recientes resoluciones de Naciones Unidas relativas a la legalidad y la legitimidad del uso de la fuerza, trazan en detalle el origen de la reflexión teológico-jurídica que empieza con san Agustín y ha llegado hasta nuestros días con el Catecismo de la Iglesia Católica.

No podemos ocultar la advertencia dada por Jesús en el Evangelio: «La caridad de la mayoría se enfriará» (Mateo 24, 12), que ha sucedido en el pasado y a veces ha tenido efectos devastadores.

Nosotros mismos nos encontramos entre el «ya» pero «no todavía»: el «ya» es todo el peso de nuestra naturaleza humana y los pecados de muchas de nuestras conductas individuales y comunitarias; pero la sustancia y belleza del «no todavía», la realización del mensaje de paz que nos ha dado Jesús, se hace más evidente.

Benedicto XVI buscaba afirmar esto con fuerza en su primera homilía cuando nos saludó con la vibrante convicción. ¡La Iglesia está viva!

–¿Cómo ve usted el papel de los medios en la promoción de la paz?

–Arzobispo Migliore: En los últimos cien años, los medios han asumido un papel cada vez más grande hasta el punto de reivindicar una cierta autoridad en cuestiones de guerra y paz. Su extraordinario impacto sobre la opinión pública depende de la actitud y voluntad precisas de aquellos que controlan los medios de comunicación.

En muchos casos, incluso recientemente, hemos visto cómo la información es capaz de fomentar una verdadera cultura de paz, de solidaridad, de coexistencia pacífica y constructiva; en otros casos, más frecuentes y llamativos, notamos una verdadera campaña de desinformación puesta al servicio de la división y el odio entre grupos, culturas y religiones.

Incluso en este sector, no es sólo una cuestión de aquellos que realizan emisiones, sino también de quienes las reciben. Cuando la conciencia del «receptor» está obnubilada, distraída, es acrítica, o directamente orientada hacia la división más que hacia la armonía, la misma opinión pública se convierte en cómplice al mismo tiempo de las monstruosas e insinuantes distorsiones de los medios.

La reciente conmemoración de la encíclica «Pacem in Terris» ha sacado a la luz que incluso para los medios, tanto en su labor de transmisión como de recepción, el servicio a la paz se asienta en cuatro pilares: verdad, justicia, amor y libertad.

–¿Piensa que vivimos en un momento en el que la «verdad» no es más que una palabra más?

–Arzobispo Migliore: En su primer mensaje de la Jornada Mundial de la Paz, Benedicto XVI se detiene en dos conceptos: paz y verdad, dedicando un párrafo magistral a la relación entre falsedad/verdad en la historia.

Escribió: «¿quién y qué puede impedir la consecución de la paz? A este propósito, la Sagrada Escritura, en su primer Libro, el Génesis, resalta la mentira pronunciada al principio de la historia por el ser de lengua bífida, al que el evangelista Juan califica como « padre de la mentira » (Jn 8,44). ).

La mentira es también uno de los pecados que recuerda la Biblia en el capítulo final de su último Libro, el Apocalipsis, indicando la exclusión de los mentirosos de la Jerusalén celeste: «¡Fuera… todo el que ame y practique la mentira! » (22,15).

La mentira está relacionada con el drama del pecado y sus consecuencias perversas, que han causado y siguen causando efectos devastadores en la vida de los individuos y de las naciones.

Baste pensar en todo lo que ha sucedido en el siglo pasado, cuando sistemas ideológicos y políticos aberrantes han tergiversado de manera programada la verdad y han llevado a la explotación y al exterminio de un número impresionante de hombres y mujeres, e incluso de familias y comunidades enteras.

Después de tales experiencias, ¿cómo no preocuparse seriamente ante las mentiras de nuestro tiempo, que son como el telón de fondo de escenarios amenazadores de muerte en diversas regiones del mundo?

La auténtica búsqueda de la paz requiere tomar conciencia de que el problema de la verdad y la mentira concierne a cada hombre y a cada mujer, y que es decisivo para un futuro pacífico de nuestro planeta».

–¿Cuál es «punto de vista católico» sobre el diálogo, y por qué es crucial para los creyentes?

–Arzobispo Migliore: Hablando de punto de vista «católico», no hay nada más directo que recordar el pensamiento del Papa, especialmente como lo expresó en Colonia, cuando en agosto de 2005, se encontró con algunos líderes de la comunidad islámica.

Benedicto XVI afirmó que las religiones están llamadas a crear, apoyar y promover la premisa de cada encuentro, de cada diálogo, y de cada comprensión del pluralismo y diferencia cultural. Esta premisa es la dignidad de la persona humana.

Nuestra dignidad humana común es una verdadera premisa porque precede cualquier otra consideración o principio metodológico, incluso el de la ley internacional.

Lo vemos en la «Regla de oro», que se encuentra en todas las religiones del mundo. Otra descripción de este concepto es la reciprocidad.

Animar la conciencia y la experiencia de esta herencia común entre las religiones seguramente ayudará a traducir esta visión positiva en categorías políticas y sociales que a su vez informarán las categorías jurídicas que subyacen en las relaciones nacionales e internacionales.

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ZENIT Staff

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