Alarma de la Iglesia en Sri Lanka por la desaparición de un sacerdote católico

Se reclama la intervención del gobierno para averiguar su paradero

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COLOMBO, miércoles, 23 agosto 2006 (ZENIT.org).- La Iglesia en Jaffna –península septentrional de Sri Lanka– ha dado la voz de alarma por la desaparición de un sacerdote católico, apremiando la intervención del gobierno para dar con su paradero.

La agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras AsiaNews.it difunde este miércoles el llamamiento urgente de la Iglesia local, cuya comunidad está muy preocupada por el padre Jim Brown, de 34 años, visto por última vez el pasado 20 de agosto en un control militar de Allaipiddy.

La región de Jaffna ha sufrido recientemente la explosión de violentos enfrentamientos (Zenit, 21 agosto 2006).

Forman parte de las rupturas –por ambos lados- del «alto el fuego» -muy preocupantes en los últimos meses- que hace más de cuatro años se había acordado entre los rebeldes «Tigres de Liberación de la Patria Tamil» (LTEE) y el gobierno tras dos décadas de sangriento conflicto.
Según el relato de «AsiaNews.it», el padre Jim se dirigía hacia su nueva parroquia acompañado de Vimalathas, un padre de familia.

La desaparición del sacerdote ha ocurrido sólo una semana después de la muerte de una veintena de personas en Allaipiddy bajo el fuego cruzado de militares y LTTE. Los combates parece que empiezan a disminuir.

El martes, el Centro para la Paz y la Reconciliación en Jaffna –gestionado por la Iglesia- lanzó una petición de una acción inmediata: «Clamamos a la comunidad internacional que haga presión sobre el gobierno para que se ocupe inmediatamente de una cuestión tan candente. Actuad a tiempo y salvad a estas víctimas inocentes».

Advierte la agencia del PIME que el problema de las desapariciones es muy preocupante en Sri Lanka, uno de los países que registra mayor número de estos sucesos sin resolver.
Informa además de que el obispo Thomas Savundaranayagam –de Jaffna– y la Comisión para los Derechos Humanos han contactado con los comandantes de la Marina militar del norte del país sin resultado alguno.

Sacerdote desde hace tres años, el padre Brown fue nombrado párroco de Allaipiddy hace pocas semanas. Su iglesia de San Felipe Neri sufrió el 12 de agosto el impacto del fuego entre la Marina y los LTTE, un choque en el que murieron muchos civiles que se habían refugiado en el templo, recuerda «AsiaNews.it».

Entonces el párroco tomó consigo a unos 800 fieles y buscó refugio en la iglesia de Santa María, en la cercana Kyats. Para lograr el permiso de paso tuvo que rogar literalmente de rodillas a las tropas; inmediatamente después, convocado por la cúpula de la Marina de Allaipiddy, el padre Brown sufrió duros reproches, informa la agencia del PIME.

«Un oficial gritó a la cara al sacerdote, acusándole de ayudar a los LTTE a cavar trincheras», relata el director del Centro para la Paz y la Reconciliación; «Jim me dijo en cambio que había excavado hoyos sólo para poderse resguardar de los bombardeos».

Después del mediodía, el 20 de agosto el sacerdote partió de Kyats en su moto, junto a Vimalathas, para celebrar la Misa en Mandaithevu, donde algunos desplazados se habían refugiado en un templo hindú.

En Mandaithevu las tropas de la Marina no le permitieron la celebración, así que emprendió camino hacia Allaipiddy. En el camino se encontró con el padre Peter Thurairatnam, el último que le vio.

Como el padre Brown y su acompañante no regresaban, un sacerdote acudió al punto de control militar a averiguar su paradero, pero lo único que le dijeron es que ya habían dejado Allaipiddy, concluye «AsiaNews.it».

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ZENIT Staff

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