POLSI, lunes, 4 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Una fuerte denuncia del crimen organizado, así como palabras de aliento a cuantos lo padecen, lanzó el sábado el presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz desde la provincia italiana de Calabria.
Fue en el contexto de la coronación de la Virgen de la Montaña, en el Santuario de Polsi, en el corazón de Locri, desde donde el cardenal Renato Martino alzó su voz por esa tierra «generosa, humillada y ensangrentada por el crimen organizado», explica el dicasterio en un comunicado enviado a Zenit.
En Calabria está activa la ‘Ndrangheta, una «organización» criminal de corte mafioso considerada por el gobierno italiano como la más peligrosa del país, peor incluso que la «Cosa Nostra» siciliana, dado el control que ejerce en su territorio y su poder económico.
«El escenario diario de nuestras relaciones sociales y civiles, en esta espléndida tierra aspromontana, parece a veces sin esperanza, sobre todo cuando descubrimos un mundo que ha perdido los valores del amor y de la solidaridad, un mundo que se presenta con las manos cerradas, con las manos ensangrentadas», lamentó el purpurado.
Aludiendo a la crisis espiritual y cultural de nuestro tiempo, el cardenal Martino subrayó la necesidad de la conversión y del retorno confiado a Quien da sentido y valor a la vida, pues está siempre presente en la historia de los hombres y de los pueblos y dispuesto a suscitar esperanzas y llamamientos a la santidad.
«Está presente en la historia de los humildes y de los oprimidos, que se saben amados por Él y encuentran con Él valor, dignidad y esperanza», reconoció el cardenal Martino.
«Está presente igualmente -advirtió- en la historia de los opresores, de los hombres sin corazón y sin escrúpulos, quienes no escapan al juicio de Dios y son también invitados a la conversión hacia una vida con el signo de la justicia y de compartir».
Escucharon estas palabras numerosos fieles que acudieron al Santuario de la Virgen de la Montaña.
Allí el cardenal Martino presidió el sábado por la mañana –por invitación del obispo de Locri-Gerace, monseñor Giancarlo Maria Bregantini- la liturgia eucarística para la coronación de la venerada imagen mariana del Santuario que, a lo largo de los siglos, ha alimentado la identidad religiosa de las poblaciones del Aspromonte.
Y ha pasado a ser un patrimonio extraordinario de fe y de memoria que hay que custodiar con celosa atención, recalcó el purpurado.
Exhortó además a los fieles a dirigirse con confianza a la Virgen de Polsi «a fin de que eduque nuestros corazones en la esperanza y nuestras manos en gestos de caridad, y nos ayude a tejer la tela de esta solidaridad fuerte que da sentido y valor a nuestras relaciones interpersonales, sociales y políticas».
Entonces hizo hincapié en que desde el Santuario de Polsi debe partir un programa de vida, hecho de esperanza y de amor hacia muchos hermanos necesitados que esperan ayuda, muchos oprimidos que esperan justicia, muchos desempleados que esperan trabajo, muchos pueblos que esperan respeto y paz.
Y ello «porque la esperanza cristiana no es sólo nostalgia del Cielo, sino vivo y eficaz deseo de Dios que alimenta en nosotros el valor y la fuerza del amor», concluyó.