CASTEL GANDOLFO, jueves, 21 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Al encontrarse este jueves con los obispos que han sido ordenados en el último año, Benedicto XVI les dejó un consejo que viene repitiendo con frecuencia en su pontificado: oración para no caer en el activismo exagerado.

«El don total de vosotros mismos, que exige la atención al rebaño del Señor, requiere el apoyo de una intensa vida espiritual, alimentada por la asidua oración personal y comunitaria», les dijo el Papa.

Al recibirles en la residencia pontificia del Castel Gandolfo les recomendó que «un constante contacto con Dios caracterice, por tanto, vuestras jornadas y acompañe cada una de vuestras actividades».

Los prelados están participando en Roma en una peregrinación a la tumba de los apóstoles y en un curso ofrecido por la Congregación vaticana para los Obispos, sobre los diferentes desafíos y cuestiones que tendrán que afrontar en su nuevo ministerio.

«Vivir en íntima unión con Cristo os ayudará a alcanzar ese equilibrio necesario entre el recogimiento interior y el esfuerzo necesario exigido por las múltiples ocupaciones de la vida, evitando caer en un activismo exagerado».

«Mediante la oración, las puertas de vuestro corazón se abren al proyecto de Dios, que es un proyecto de amor, al que Él os llama uniéndoos íntimamente a Cristo con la gracia del episcopado».

«Siguiéndole a Él, Pastor y Obispo de vuestras almas, tenderéis sin cansaros a la santidad, que es el objetivo fundamental de la existencia de todo cristiano», les dijo.

Por lo que se refiere al estilo pastoral, el Papa recomendó a los obispos hacerse «todo a todos», «proponiendo la verdad de la fe, celebrando los sacramentos de nuestra santificación y testimoniando la caridad del Señor».

«Acoged con espíritu abierto a quienes tocan a vuestra puerta: aconsejadles, consoladles y apoyadles en la vida de Dios, tratando de llevar a todos a esa unidad en la fe y en el amor de la que tenéis que ser el principio visible y el fundamento en vuestras diócesis por voluntad del Señor».

En particular, les pidió que presten particular atención a los sacerdotes: «Sed siempre para ellos como pastores y hermanos mayores, que saben escuchar, coger, consolar y, cuando es necesario, también corregir».

Y les recomendó esa misma solicitud a favor de «los jóvenes que se preparan para la vida sacerdotal y religiosa».

Por lo que se refiere al gobierno de la Iglesia diocesana, les alentó a promover y defender «la comunión eclesial»: «se trata de un acto de amor que requiere discernimiento, valentía apostólica y bondad paciente a la hora de tratar de convencer e involucrar, para que vuestras indicaciones sean acogidas con buen espíritu y seguidas con convicción y prontitud».