MELBOURNE, domingo, 22 octubre 2006 (ZENIT.org).- Un estudio sobre la espiritualidad de la generación más joven de Australia revela niveles bastante bajos de práctica religiosa.
«The Spirit of Generation Y: Young People, Spirituality and Society» («El Espíritu de la Generación Y: Jóvenes, Espiritualidad y Sociedad») se publicaba recientemente con la autoría de un equipo de investigadores, liderados por el padre redentorista Michael Mason, de la Universidad Católica Australiana.
Desde el 2003 hasta principios de 2006, los investigadores estudiaron una muestra nacional de jóvenes y adolescentes. La metodología se basaba en encuestas y en entrevistas cara a cara.
Los investigadores encontraron que el 48% de la «Generación Y» cree en Dios, el 20% no cree, y el 32% no está seguro. Dos tercios de los que no creen en Dios, o están inseguros, creen en un «ser superior o vida-fuerza superior».
Con «Generación Y» se hace referencia a los nacidos entre 1976 y 1990. Siguieron a la «Generación X» (1961-1975) y a los «baby boomers» –la generación del «boom» demográfico– (1946-1960). Los miembros más jóvenes de la «Generación Y» tenían 13 años cuando comenzaron las entrevistas en el 2003, y los mayores 29 a finales del 2005.
«Es probable que esta sea la primera generación en los últimos cien años en la que la mayoría no tiene memoria de una asistencia a la iglesia frecuente», comentaba el amplio sumario del informe. El informe completo se publicará como libro el próximo año.
En general el estudio descubre que las fuerzas sociales que influyen en la religión y espiritualidad contemporáneas –la secularización, el relativismo de la postmodernidad, el capitalismo consumista, el individualismo– tienen un gran impacto en los jóvenes.
Los investigadores concluyen que los miembros de la Generación Y están fuertemente influidos por dos principios modernos. Estos son: que las opiniones y preferencias de un individuo, con tal de que no dañen a otros, no se deben cuestionar ni recibir presiones; y que las creencias y prácticas espirituales o religiosas son elecciones de vida puramente personales – en manera alguna necesarias.
A pesar del cambio en los grandes números de las religiones tradicionales, parecen tener, según el estudio, un fuerte sentido de tener un propósito en sus vidas. No hay evidencias de que exista una amplia plaga de falta de sentido o de alineación social entre la Generación Y. Este punto positivo se da a pesar del declive de apoyo a las iglesias y comunidades locales. Como estos factores se han debilitado, los más jóvenes lo compensan con la familia y los amigos.
Un asunto privado
El estudio identificaba tres grupos principales en la espiritualidad de la «Generación Y».
— Cristianos, el 44%. En general, sólo el 19% de la Generación Y están implicados de forma activa en una iglesia hasta del punto de asistir a los servicios religiosos una vez al mes o más. Las denominaciones protestantes conservadoras – el 16% – tienen con mucho los índices de asistencia más altos. No obstante, muchos más creen en Dios y en Jesús, y rezan regularmente. En general, se ve la religión como un asunto privado. Y hay una fuerte tendencia entre los cristianos de la Generación Y para que no se les implique o identifique con una iglesia o creencia religiosa.
— Eclécticos, el 17%. Consiste en creer en dos o más creencias new age, esotéricas u orientales (reencarnación, mentalistas y futurólogos, fantasmas, astrologías, etc…) y quizás engancharse a una o más prácticas espirituales alternativas (yoga, tarot, tai-chi). Algunas de estas personas asisten a servicios religiosos para la mayoría no. Tales creencias y prácticas son más comunes entre las chicas que entre los chicos.
— Humanistas, el 31%. Este grupo rechaza la idea de Dios, aunque algunos creen en el un «ser superior». Casi la mitad creen que hay muy poca verdad en la religión, y menos de un cuarto creen en la vida después de la muerte. También rechazan rotundamente las espiritualidades alternativas.
El estudio también revelaba que el nivel de preocupación social entre la Generación Y no es grande. Tienden a centrarse más en sí mismo y a carecer del altruismo de generaciones anteriores. Esto podría estar relacionado con los niveles más bajos de religiosidad. De hecho, aquellos que están implicados de forma activa en servicio a la comunidad y tienen valores cívicos positivos tienden a proceder de los grupos que tienen creencias espirituales y religiosas y las practican de forma activa.
La Iglesia católica constituye el grupo más grande entre los jóvenes estudiados. El 18% se identifica a sí mismos como católicos. Otro 8% se declaran anglicanos, y el 16% declaran pertenecer a una de las demás iglesias cristianas. Sumando estas cifras, junto a otros grupos menores, esto da un total del 48% que se declara identificado con una religión, contra el 52% que no se identifica con ninguna.
Los investigadores quedaron impresionados por la cifra de los que no se identifican formalmente con ninguna religión; es de un 17% a un 18% más alta que los últimos datos del censo australiano. El último censo nacional fue llevado a cabo en el 2001. Otro descubrimiento notable fue que no hay diferencias significativas entre los chicos y las chicas de la Generación Y. Esto confirma otra investigación reciente en Australia que afirma que las chicas en general no son más religiosas que los chicos. Dado que se sabe que las madres tienen una gran influencia en la socialización religiosa de los niños, «es duro sobreestimar a importancia de este descubrimiento y de sus posibles consecuencias», comentaba el informe.
Compromiso católico
En casi todas las mediciones de religiosidad y práctica religiosa los católicos de la Generación Y se posicionan entre los anglicanos y otros grupos cristianos. La escala va desde aquellos que menos afirman sus creencias religiosas (anglicanos) hasta los grupos que más firmemente lo hacen (otros cristianos). Sólo en la fe en la otra vida, la proporción de católicos que aceptan esta doctrina se acerca a la de otros cristianos.
En religiosidad y práctica, los católicos puntúan significativamente por debajo de los demás cristianos. Si se compara con la generación de sus padres – con edades entre 45 y 59 años – los católicos de la Generación Y han sido muy similares en la mayoría de las referencias de religiosidad y práctica, con dos excepciones: – Afirman más claramente que Dios se relaciona con nosotros como persona. – Es menos probable que den su aprobación al «escoger sus propias creencias».
Los investigadores destacaron estas diferencias como «impactantes», porque muestran que la generación más joven es más ortodoxa, en vez de menos, de lo que la generación de sus padres. En ambos puntos las diferencias eran significativas.
No obstante, no todo ha sido positivo. Otras dos diferencias, descritas como no tan fuertes y caracterizadas más como «tendencias», mostraban que los miembros de la Generación Y tendían más a estar de acuerdo con que la «moral es relativa» y menos a afirmar que la fe era importante o muy importante para conformar sus vidas.
Los investigadores dividieron a los cristianos según niveles de implicación en su fe. Entre los católicos, el 29% se situó en las categorías de compromiso o activas, en comparación con el 15% de los anglicanos y el 53% de los demás cristianos. En cuanto al resto de los católicos, más de un 53% entraba en las categorías marginales o nominales, y otro 17% como ecléctico.
El arzobispo católico de Sydney comentaba los resultados del estudio en un discurso en una conferencia de educación el 28 de septiembre. Ante el porcentaje relativamente alto de jóvenes se declaraba de acuerdo con el «escoger las creencias», el cardenal George
Pell expresó su preocupación ante la actual situación. Observaba que estos, y otros datos, indican más un «malestar y confusión en cómo se afronta en general la vida que simplemente unos puntos aislados de herejía o descreimiento».
El cardenal también destacó que el estudio sobre la «Generación Y» no era capaz de detectar los efectos en la religión de quienes acuden a escuelas de la Iglesia, aunque la mayoría de quienes creen en Dios y asisten a escuelas de las Iglesia dicen que la educación religiosa es provechosa.
Benedicto XVI mencionó recientemente la situación de Australia, en un discurso el 18 de mayo en la recepción de la nueva embajadora del país ante la Santa Sede, Anne Maree Plunkett. Mencionando «el inquietante proceso de secularización» de Australia, el Papa auguraba que el Día Mundial de la Juventud del 2008 en Sydney sería «un periodo de profunda renovación eclesial, especialmente entre los jóvenes». Un sentimiento que comparten sin duda muchas personas
P. John Flynn