ESTAMBUL, jueves, 30 de noviembre de 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la alocución de bienvenida que dirigió en la tarde del miércoles el Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I al Papa Benedicto XVI durante la doxología en la iglesia patriarcal de San Jorge en el Fanar (Estambul).


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Santísimo y amado hermano en el Señor,
Os recibimos en la sacra e histórica Ciudad con sentimientos de sincera alegría y satisfacción.
Esta es una ciudad que ha conocido un tesoro de heredad para el desarrollo de la Iglesia a través de los siglos. Aquí, el primer llamado de los apóstoles San Andrés fundó la Iglesia local de Bizancio e instaló a San Stachys como su primer Obispo. Aquí, el Emperador igual a los apóstoles San Constantino el Grande fundó la Nueva Roma. Aquí, los grandes Sínodos de la primitiva Iglesia fueron convocados a fin de formular el Símbolo de la Fe. Aquí, mártires y santos, obispos y monjes, teólogos y maestros conjuntamente con una «nube de testimonios» confesaron así como los profetas contemplaron, como los apóstoles enseñaron, como la Iglesia ha recibido, como los maestros dogmatizaron, como la Ecumene aceptó, como la Gracia brilló, es decir la verdad revelada, la fe de los padres. Esta es la fe de los ortodoxos. Esta fe ha mantenido la Ecumene.

De esta manera, Os recibimos desde el fondo de nuestros corazones en esta Vuestra primera visita a la Ciudad, como nuestros predecesores los Patriarcas Ecuménicos Atenagoras y Demetrio habrían de recibir a Vuestros predecesores Pablo VI y Juan Pablo II. Aquellos respetables y honorables hombres de la Iglesia sintieron conjuntamente el inestimable valor y contemporáneamente la urgente necesidad de estas reuniones en el camino de la reconciliación a través de un diálogo de amor y verdad.

Es por ello que estamos ambos aquí, como sus sucesores y sucesores en los tronos de Roma y de la Nueva Roma, igualmente responsables por los pasos – exactamente como responsables también por los errores- en el camino y en el esfuerzo de obedecer al mandamiento de nuestro Señor que sus discípulos «sean uno».

En este espíritu, con la Gracia de Dios, hemos visitado repetidamente Roma, hace dos años concretamente, a fin de acompañar las sacras reliquias de San Gregorio el Teólogo y San Juan Crisóstomo, los cuales se desempeñaron como Arzobispos de esa ciudad, y que generosamente fueron devueltas a esta Cátedra Patriarcal por Vuestro bienaventurado predecesor. En este espíritu, asimismo, nos encontrábamos en Roma algunos meses después a fin de presenciar el funeral del Papa Juan Pablo II.

Estamos profundamente agradecidos a Dios, pues Vuestra Santidad ha realizado hoy pasos similares en este mismo espíritu. Elevamos, pues, agradecimientos a Dios en glorificación y expresamos nuestra gratitud también a Vuestra Santidad en amor fraternal.
Amado Hermano, Bienvenido, pues! «Bendito sea el que viene en el nombre del Señor»
«Sea, pues, el Nombre del Señor bendito desde ahora y por todos los siglos».

[Traducción distribuida por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla]