La ciudad donde nació Jesús, convertida en una «gran prisión»

Llamamiento de los franciscanos a salvar Belén

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BELÉN, viernes, 15 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Cuando se acerca la Navidad, Belén vive «uno de los períodos más difíciles de su historia», dice en su acostumbrado mensaje navideño el alcalde Victor Batarseh, recogido por la agencia misionera de la Santa Sede, «Fides».

El muro de separación, erigido por Israel, creó muchos problemas a la ciudad, impidiendo el enlace con Jerusalén y con otras áreas circundantes, aislando a los trabajadores, confiscando de hecho 280 hectáreas de terreno cultivable, y transformando la ciudad «en una gran prisión», se lamenta el primer ciudadano betlemita.

«La entrada de turistas y peregrinos –dice– se redujo notablemente e hizo mucho más difícil las medidas de seguridad impuestas por Israel en el puesto de control del acceso a nuestra ciudad. Siempre, al acercarse la Navidad, Belén se llena de gente. Sin embargo, hoy la ciudad está silenciosa a la sombra de ese muro».

«Muchos campesinos palestinos –recuerda Batarseh– no tienen acceso a los mercados para vender los productos agrícolas que producen. El desempleo aumentó en Belén a la cifra insostenible del 65%, y la crisis financiera no permite al municipio de Belén pagar los sueldos a sus propios empleados desde hace tres meses».

En tiempos recientes, muchos cristianos que vivían en los territorios palestinos decidieron abandonar la zona, por las difíciles condiciones de vida. La población de Belén, que en otros tiempos era predominantemente cristiana, hoy es en su mayoría islámica. «Pero es toda la población la que sufre, sin distinción de religión», subraya el alcalde. «Pedimos que pueda resplandecer una vez más la estrella sobre Belén», concluye.

La agencia vaticana recoge también el llamamiento de los Franciscanos de la Custodia de de Tierra Santa pidiendo una ayuda a todos los fieles del mundo para «salvar a Belén».

Los hijos de san Francisco reconocen que los problemas y dificultades no sólo afectan a la población local, sino incluso a los frailes, religiosos y a todos los peregrinos.

Los franciscanos señalan que en 1965 los cristianos eran el 65% de la población, mientras que hoy son menos del 12%.

En los últimos años otros 3.000 cristianos abandonaron la ciudad por falta de perspectivas.

«Los frailes tratan de hacer lo posible por retenerlos, pero la situación económica y social es grave y lleva a la emigración. Se están poniendo en marcha iniciativas de solidaridad para Belén en todo el mundo para ayudar a la comunidad católica que todavía vive en la ciudad», informa «Fides».

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ZENIT Staff

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