Después de la ejecución de Saddam Hussein (ahorcado el 30 de diciembre), al amanecer de este lunes se aplicó la condena a muerte, también en la horca, de Barzan Al Tikriti y Awad Al Bander, respectivamente antiguo jefe de los servicios secretos y antiguo presidente del tribunal revolucionario.
Según un artículo de primera página de «L’Osservatore Romano» de la edición en italiano del 15-16 de enero, «un cruel “justicialismo” vuelve a utilizar el patíbulo».
«Después de la ejecución de Saddam Hussein, además “espectacularizada” de una manera que atentaba a la dignidad de la persona, desde varias instituciones se habían pedido urgentemente señales hacia la dirección del diálogo y la reconciliación. Pero, por el momento, no parece que haya tenido lugar este “cambio de ruta” », añade el diario.
El director de la Oficina de Información de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, S.J., ya había manifestado el 30 de diciembre la oposición de Iglesia católica a la pena de muerte, aún cuando el condenado sea culpable de graves delitos, tras la ejecución de Saddam Hussein.
«Una ejecución capital es siempre una noticia trágica, motivo de tristeza, aunque se trate de una persona que ha sido culpable de graves delitos», expresaba la declaración del padre Lombardi.
«La postura de la Iglesia católica –contraria a la pena de muerte– ha sido subrayada varias veces. Matar al culpable no es el camino para reconstruir la justicia y reconciliar a la sociedad. Incluso existe el riesgo de que, al contrario, se alimente el espíritu de venganza y se siembre nueva violencia», añadía.
«En este tiempo oscuro de la vida del pueblo iraquí no se puede sino desear que todos los responsables realicen verdaderamente todo esfuerzo para que en una situación dramática se abran finalmente espirales de reconciliación y de paz», concluye.