CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 22 enero 2007 (ZENIT.org).- Como es tradicional con ocasión de la memoria litúrgica de Santa Inés, Benedicto XVI bendijo el sábado dos corderos vivos cuya lana servirá para tejer los palios arzobispales.

La ceremonia tuvo lugar en la Capilla Urbano VIII del Palacio Apostólico Vaticano.

Antigua insignia litúrgica de honor y de jurisdicción que lleva el Papa y los arzobispos metropolitanos en sus iglesias y en las de sus provincias, el palio simboliza la oveja perdida y hallada, llevada a espaldas por el Buen Pastor, y el Cordero crucificado por la salvación de la humanidad.

En un principio atributo del Papa, fue luego concedido por el Santo Padre a los obispos que hubieran recibido de la sede apostólica una jurisdicción especial. Esta tradición está documentada a partir del año 513.

Los arzobispos llevan esta banda blanca de lana sobre los hombros recordando también el hecho del Buen Pastor que lleva a hombros a la oveja hasta dar la vida por ella, como recuerdan las seis cruces negras bordadas en la prenda.

Asimismo expresa la especial comunión de estos pastores con el sucesor de Pedro.

Los dos corderos -ofrecimiento de los religiosos de la orden de los canónigos regulares lateranenses, que sirven en la basílica de Santa Inés extramuros-, se crían en el monasterio trapense de las Tres Fuentes («Tre Fontane»), a las afueras de Roma.

Trasquilados los corderos el Martes Santo, son las religiosas del monasterio benedictino de Santa Cecilia -en Trastévere, Roma- quienes tejen los palios.

Se colocarán en una urna de bronce junto a la Confesión de San Pedro, en la Basílica vaticana, hasta que el Papa los bendiga y entregue el 29 de junio, fiesta de San Pedro y San Pablo, a los arzobispos metropolitanos nombrados en el último año.

La bendición de los corderos en torno a la memora litúrgica de Santa Inés –que la iglesia celebra el 21 de enero- recuerda su martirio, acontecido en el «Circus Agonalis» -hoy la romana Plaza Navona-, donde existe una iglesia, Santa Inés en Agone, y una cripta dedicada a la santa.

La joven fue expuesta en esta plaza y degollada igual que se hacía con los corderos. Nacida en el siglo III, de familia noble romana, a los doce años Inés se consagró a Dios haciendo voto de virginidad.

En la terrible persecución del emperador Diocleciano contra los cristianos, fue denunciada por el hijo del prefecto de Roma, cuya propuesta de matrimonio rechazó la joven para ser fiel a su promesa a Dios.

Por este motivo, y también por el significado de su nombre en latín, «Agnes», de «agnus» (cordero), la iconografía representa a la santa con un cordero entre los brazos, símbolos de candor y sacrificio.