CIUDAD DEL VATICANO, martes, 30 enero 2007 (ZENIT.org).- La Santa Sede estudia publicar un documento sobre cuestiones de bioética planteadas por las nuevas fronteras de la biotecnología, ha revelado el secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El arzobispo Angelo Amato, salesiano, ha explicado que este documento buscaría actualizar la instrucción «Donum Vitae», «Sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación», firmada por el cardenal Joseph Ratzinger, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 22 de febrero de 1987.
«Esta “Donum Vitae 2”, por llamarla de algún modo, no está concebida para abolir la precedente, sino para afrontar las diferentes cuestiones bioéticas y biotecnológicas que se plantean hoy y que en aquel momento todavía eran impensables», ha explicado monseñor Amato al periodista Gianni Cardinale, en la edición del 28 de enero del diario «Avvenrie».
«La “Donum Vitae” conserva todo su valor y, en cierto sentido, es profética –añade el arzobispo–. El problema es que, a pesar de que ya tiene veinte años, todavía es muy poco conocida».
«La cuestión, por tanto, no es, por ejemplo, la revisión de la doctrina moral sobre la licitud del preservativo, que no parece estar en el orden del día, sino más bien los nuevos desafíos que por diferentes razones son más graves y disgregadores para la identidad de la persona humana, como la del concebido que es considerado como un producto biológico y no como un ser humano».
«Como afirma la “Donum Vitae” “el ser humano ha de ser respetado —como persona— desde el primer instante de su existencia”. Y esta consideración debida al embrión humano es «un principio antropológico que no se puede negociar».
El arzobispo reconoce que «no puedo hacer previsiones» sobre la fecha de publicación de este nuevo documento vaticano sobre la bioética.
«El estudio de argumentos tan delicados es competencia de nuestra Congregación, que después somete sus trabajos al Papa», aclara.
«Y por tanto –concluye–, las opiniones sobre estos temas que proceden de otras instituciones o personalidades eclesiásticas, por más respetables que sean, no pueden tener esa autoridad que en ocasiones parecen reconocerles los medios de comunicación.