«Los niños y los medios de comunicación social: un reto para la educación»

Por el Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales

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CIUDAD DEL VATICANO, sábado 10 febrero 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario/reflexión que ha difundido el Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales para la 41ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que se celebrará el 20 de mayo de 2007 con el tema «Los niños y los medios de comunicación social: un reto para la educación». Este es el tema al que ha dedico en este año su mensaje Benedicto XVI con motivo de esta Jornada.

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«La educación para los medios, como toda labor educativa, requiere la formación del ejercicio de la libertad. Se trata de una tarea exigente. (…) La verdadera libertad nunca condenaría a un individuo – especialmente un niño – a la búsqueda insaciable de la novedad. A la luz de la verdad, la auténtica libertad se experimenta como una respuesta definitiva al «sí» de Dios a la humanidad, que nos llama a elegir lo que es bueno, verdadero y bello (…). Los padres de familia son, pues, los guardianes de la libertad de sus hijos; y en la medida en que les devuelven esa libertad, los conducen a la profunda alegría de la vida.»

En este Mensaje el Papa Benedicto XVI define toda labor educativa como formación para que los niños y niñas aprendan a ser libres, es decir, vayan ejerciendo cada vez más su libertad en el contexto social en el que ha nacido, lo cual les conducirá a una profunda alegría de vivir. Este, que ya de por sí es un gran desafío, en nuestro tiempo no puede ignorar que los pequeños reciben constantemente el impactante influjo de los mensajes mediáticos. Por ello el Papa invita de un modo firme a la Iglesia, a la familia y a la escuela a ejercer una positiva educación para los medios.

Es importante notar que, lejos de huir de la realidad mediática en que nos encontramos, el Papa Benedicto XVI nos anima a entrar en ella con valentía, seleccionando lo mejor para nosotros mismos y para las nuevas generaciones.»

El Santo Padre recuerda que los niños no están solos, no deben estar solos ante los estímulos tan atractivos que reciben de los medios y que a veces les lleva a confundir la realidad con la ficción. En primer lugar los padres, pero también la comunidad parroquial y diocesana, así como los maestros y profesores, han de comprender los lenguajes mediáticos para ser ellos mismos selectivos, y poder acompañar y ayudar a los niños de modo que disciernan y elijan progresivamente con acierto qué mensajes, qué programas, qué videojuegos son óptimos para su formación. Ofrece asimismo los grandes criterios para orientarse: la belleza, la bondad, la verdad. El objetivo de todo esto es que los pequeños no sean arrastrados hacia temáticas y enfoques empobrecedores y engañosos que, bajo la aparente bandera de la libertad, los lanzan a una búsqueda insaciable de novedad que a la larga les deteriora y deprime. Más bien se trata de que aprendan a elegir por sí mismos aquello que les construye y les hace crecer en el bien y la alegría: «La belleza, que es como un espejo de lo divino, inspira y vivifica los corazones y mentes jóvenes, mientras que la fealdad y la tosquedad tienen un impacto deprimente en las actitudes y comportamientos.»

En estas palabras late un mensaje vital para poder desarrollar cualquier labor formativa: la belleza, «espejo de lo divino», orienta y estimula el ejercicio responsable de la libertad.

No falta, además, una fuerte invitación a los responsables de los medios para que pongan en primer lugar el respeto a la persona humana. Comprendiendo que a veces los operadores de los medios se ven sometidos a intensas presiones comerciales, sin embargo exhorta a ellos y a los productores «a salvaguardar el bien común, a preservar la verdad, a proteger la dignidad humana individual y a promover el respeto por las necesidades de la familia.»

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ZENIT Staff

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