Legítimo derecho a la objeción de conciencia en la investigación biomédica

Recuerda la Dra. López Barahona en vísperas del Congreso de la Academia para la Vida

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 20 febrero 2007 (ZENIT.org).- Los investigadores que creen en la dignidad del hombre deben rechazar, mediante el legítimo derecho a la objeción de conciencia, la investigación biomédica que amenaza la vida humana, recuerda una especialista en vísperas del Congreso de la Academia Pontificia para la Vida (PAV).

Profesora y directora del Instituto de Bioética de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid (España), la doctora Mónica López Barahona participó este martes en la presentación, en el Vaticano, de la convocatoria internacional organizada por la PAV que, abierta al público, abordará el viernes y el sábado «La conciencia cristiana en apoyo del derecho a la vida».

«Un hombre, en el legítimo ejercicio de su libertad, puede y debe negarse a ejercer una acción que se opone o que viola los principios –éticos y/o religiosos- que le dicta su conciencia», recordó la especialista.

Y alertó de que «hablar de objeción de conciencia en investigación biomédica supone admitir la existencia de amenazas contra valores importantes de la humanidad derivados de la mencionada investigación».

«Supone asimismo -añadió- admitir la insuficiencia actual del Derecho positivo para poner remedio a esta situación», cuando se verifican incluso concesiones legislativas que representan verdaderamente «dispensas a favor de la investigación biomédica independientemente de que ésta tenga o no en cuenta la dignidad de toda vida humana».

Sin ánimo de ser exhaustiva, la doctora López Barahona enunció acontecimientos decisivos en la historia de la investigación biomédica y su evolución.

«El genoma humana se ha secuenciado, y la tecnología que ha permitido el conocimiento de la secuencia del genoma humano se aplica hoy para seleccionar genéticamente a individuos de la especie humana en las primeras fases de su existencia», como es el caso «del diagnóstico pre-implantatorio que se realiza en múltiples clínicas» «para la selección eugenésica», advirtió.

Igualmente, desde el nacimiento, en 1996, «del primer mamífero generado por clonación por transferencia nuclear», «no han cesado intentos, hasta ahora fallidos, para poder aplicar esta técnica en la especie humana», prosiguió.

Asimismo existe «investigación dirigida a buscar métodos abortivos eficaces», o «a la práctica de la eutanasia», o «investigación con células estaminales embrionarias, que conlleva necesariamente la muerte el embrión».

Este panorama de la investigación biomédica pone al científico en situaciones «ante las cuales es necesaria la práctica de la objeción de conciencia» -enuncia la doctora López Barahona-: «involucrarse o no en un proyecto de investigación que emplea líneas celulares establecidas a partir de células estaminales embrionarias; emplear o no material biológico proveniente de fetos humanos; dispensar o no en una farmacia anticonceptivos o compuestos abortivos; trabajar o no en una clínica de fecundación «in vitro», trabajar o no en un equipo que aporta datos para un consejo genético».

La casuística es extensa y compleja, pero -alerta- «la aceptación de un proyecto de investigación que sea contrario a la dignidad de la persona humana, o la utilización de material biológico que ha sido obtenido a partir de la muerte de inocentes para un proyecto de investigación, aunque éste sea a favor del hombre, es una colaboración directa o indirecta con la mala práctica de la investigación biomédica».

«Por ello los investigadores cuya ética la basamos en una antropología personalista, debemos rechazar este tipo de prácticas mediante nuestro legítimo derecho a la objeción de conciencia», pidió ante los medios de comunicación en la Sala de Prensa de la Santa Sede.

Y tal objeción «no es un simple gesto, sino una actuación ejemplar que tiene el valor de la coherencia que es, en palabras de Juan Pablo II, el martirio de nuestros días», recalcó.

Como conclusión, lanzó una invitación a los investigadores del ámbito biomédico que creen en la dignidad del hombre a unirse y «dar a conocer la verdad, sin demagogia, sin falsa esperanza», «la verdad objetiva científica que si se busca de modo honesto sólo puede conducir a la auténtica Verdad».

Tal invitación se enmarca en la urgencia de una acción concreta en la dirección de permanentes testimonios en el área de la investigación biomédica, como adelantó la doctora López Barahona a Zenit al margen de la presentación del Congreso Internacional.

Así se desprende del contenido de la ponencia («Objeción de conciencia y testimonio en el campo de la investigación biomédica») que presentará en el Congreso de la PAV –de la que es miembro-, en la que apunta la necesidad de que los científicos con una formación antropológica personalista alcen una voz notoria en el ámbito de la ciencia biomédica, dejando de lado el silencio que a menudo es sinónimo de complicidad.

[Página oficial de la PAV: http://www.academiavita.org/]

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ZENIT Staff

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