LAHORE, jueves, 22 febrero 2007 (ZENIT.org).- El presidente de la Conferencia Episcopal de Pakistán expresó su condena y pesar por el asesinato de Zil-e-Huma Usman, ministra en Punjab, a manos de un fanático religioso: «Hay que educar en la tolerancia en las iglesias y mezquitas, que el Gobierno trabaje para detener el extremismo pero que también contribuya la sociedad civil».
Ha sido fuerte la condena de la Iglesia paquistaní a un «acto de violencia insensata» como el asesinato de Zil-e-Huma Usman, ministra de Asuntos Sociales del Punjab, que tuvo lugar el pasado 20 de febrero, a través de su presidente monseñor Lawrence John Saldanha.
En declaraciones a AsiaNews, el prelado expresó su sentido pésame a la familia de la ministra e hizo un llamamiento al Gobierno para que «controle y ponga fin a esta intolerancia hacia las mujeres, a las que hay que dar libertad y el derecho de elección».
Mohammad Sarwar –un fanático, según la policía–, asesinó a la ministra de 37 años, con un disparo a la cabeza, en la ciudad de Gujranwala, al norte de Lahore, antes de pronunciar un discurso a sus seguidores.
El asesino pertenece a la secta Ahle Hadith, con una peculiar interpretación del Islam. En los interrogatorios, el autor del atentado no se mostró arrepentido: «La he matado porque llevaba una vida no islámica y ejercía una influencia negativa sobre las otras mujeres», dijo a la policía.
«El móvil del fanatismo religioso –explicó monseñor Saldanha–, debe impulsarnos a descubrir a quien enseña estas cosas inhumanas a la gente; somos un país en desarrollo y ciertos episodios nos llevan atrás al pasado».
«Es necesario educar en la tolerancia en las iglesias y mezquitas –señaló–, y no sólo el Gobierno sino también la población debe emprender iniciativas, y en este sentido políticos y medios desempeñan un papel vital».
Según el prelado, ha llegado el momento de que los paquistaníes adapten sus actitudes a la exigencia de la modernidad.
La presidenta de la Comisión para los Derechos Humanos de Pakistán, Asma Jahangir, definió el homicidio como un signo de intolerancia presente en Pakistán: «A pesar de las declaraciones del Gobierno, el extremismo está aumentando y no hay esfuerzos eficaces para detenerlo». Asma hizo notar que el imputado tiene en su haber los homicidios de seis prostitutas que el mismo confesó en 2002, por lo que no fue nunca castigado sino excarcelado bajo fianza. «Si la Justicia hubiese trabajado entonces –concluyó–, no se hubiera producido este atentado».