Las mujeres trabajadoras cristianas de Acción Católica (AC) expresan que se sienten «ofendidas ante la falta de respeto que se está generando desde un sector de la sociedad hacia nuestros símbolos y costumbres religiosas, que forman parte de nuestro patrimonio cultural y espiritual».
De forma paralela, las mujeres de la AC han valorado «los avances que se van produciendo en el reconocimiento de los valores y dignidad de la mujer», entre los que cuentan «la creación de leyes que defienden a la mujer ante la violencia que sufren por parte de algunas de sus parejas».
Asimismo, consideran positivo que algunas empresas comiencen «a alargar más el período de baja por maternidad» y a gratificarlo económicamente. También observan que «cada día es más valorado el papel educador de la mujer como pilar de la familia».
Sin embargo, las mujeres de AC creen que persisten algunos problemas sin resolver como «la incompatibilidad del horario laboral y escolar» que se traduce en una «mala atención a los hijos» o «las faltas de ayudas económicas para incentivar la maternidad y el crecimiento demográfico».
Finalmente, piden «la creación de leyes que favorezcan y faciliten unir la vida familiar con la laboral» y «una educación para nuestros hijos basada en valores y respetando nuestras creencias».
Por otra parte, también Manos Unidas se ha pronunciado con ocasión del Día de la Mujer Trabajadora; en este caso para denunciar que «el 70 % de los 1200 millones de personas que viven en el mundo en situación extrema de pobreza, son mujeres».
Manos Unidas recuerda que «la brecha que separa a los sexos se agranda sobremanera en la mayoría de las naciones en desarrollo y afecta a todos los campos de la vida diaria».
Esta ONG católica –cuyos proyectos educativos durante 2005, prestaron especial atención a la mujer–, entiende que «la lucha contra la desigualdad debe comenzar a edad temprana, en la familia y en la escuela y que privar a las niñas de la educación pone en peligro las posibilidades de desarrollo, porque el analfabetismo de las mujeres y la falta de educación perjudican directamente a los hijos y con ellos a la familia, a las comunidades y a la sociedad en general».