Saqueo de bienes de la Iglesia: nueva alerta desde Pekín

PEKÍN, martes, 13 marzo 2007 (ZENIT.org).- Católicos de Pekín lanzan un llamamiento pidiendo el respeto de los derechos de propiedad de su archidiócesis, actualmente amenazados por inopinadas expropiaciones.

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La agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras «AsiaNews.it» se hizo eco el viernes de su grito de socorro: «¡Ayudadnos a salvar un edificio de la Iglesia!» que peligra por «el salvaje saqueo que se hace de las propiedades de la Iglesia, justamente cuando en la Asamblea Nacional del Pueblo se debate una ley que proteja la propiedad privada».

El edificio en cuestión está situado en el número 81 de la Chao Wai Da Jie, en el centro histórico y comercial de la ciudad, en plena «zona de oro», precisa la agencia del PIME.

Y es que ese punto está en la circunvalación del «segundo anillo» («er huan»), que engloba el centro histórico de la capital, donde se valora al menos en 1.400 euros el metro cuadrado en los edificios.

Constituida por dos pequeñas villas de estilo occidental, de inicios del siglo XIX, la propiedad era de una dama francesa que, antes de partir de China, la donó a la archidiócesis de Pekín.

Como todas las propiedades eclesiales, durante la «Revolución cultural» fue requisada por el gobierno; posteriormente volvió a titularidad eclesial, en tiempos de Deng Xiaoping.

Desde entonces, el derecho de propiedad eclesial sobre el inmueble ya se ha visto amenazado otras veces.

Hace una década, algunos empresarios y miembros del Partido lo ocuparon para requisarlo. Pero –recuerda «AsiaNews.it»– los sacerdotes y seminaristas de Pekín hicieron días de sentada entorno a las dos villas, entonando cantos y rezando el Rosario en público para obtener la intervención del Estado. El peligro cesó.

Ahora un grupo está intentando hacer firmar la «cesión» del edificio al administrador de la diócesis –alerta la agencia especializada en el contexto asiático-. Los católicos locales señalan a una mujer, «muy próxima» al obispo «patriótico» Fu Tieshan de Pekín: Chen Maoju, para convertirse en propietaria, está amenazando con represalias y hasta secuestros.

En China el gobierno permite la práctica religiosa sólo con personal reconocido y en lugares registrados ante la Oficina de Asuntos Religiosos y bajo el control de la «Asociación Patriótica» (AP). De ahí que se aluda a una Iglesia «oficial» o «patriótica»; por otro lado, los fieles que tratan de salirse del citado control para ponerse en obediencia directa del Papa, forman la Iglesia «no oficial» o «clandestina».

En cuanto a Chen Maoju, apunta la agencia del PIME que es muy conocida en Pekín por el sobrenombre de la «gorda mandarina» («pang juzi»): aprovechando un largo período de enfermedad de monseñor Fu, compró y vendió bienes de la archidiócesis –se desconoce con qué permiso–.
<br> En cualquier caso, expropiaciones y confiscaciones injustificadas son un problema no poco habitual para la Iglesia en China.

Y ello a pesar de que, según la legislación del país, tras el secuestro de bienes perpetrado durante la «Revolución cultural», iglesias, escuelas, hospitales, universidades, bibliotecas y otros edificios debían ser restituidos a la Iglesia católica.

Los nuevos reglamentos de Asuntos Religiosos, de fecha 1 de marzo de 2005, reafirman este principio, recuerda la agencia del PIME.

Cita el número 30 de tal cuerpo normativo, en el que se expresa que «la ley protege los terrenos usados de modo legítimo por la comunidad religiosa y el lugar donde se practica el culto».

«Protege propiedad y uso legítimo de casas, edificios, estructuras y todas las propiedades y rentas -continúa-. Ninguna organización o individuo puede tomar posesión de ellas, obstaculizar, dividir ilegalmente, dañar o poner el sello judicial, secuestrar, congelar, expropiar, ofender la propiedad legítima de la comunidad religiosa y los lugares de culto».

«Pero hasta ahora –puntualiza «AsiaNews.it»-, los «vigilantes» de la Iglesia –Asociaciones Patrióticas y Oficinas de Asuntos Religiosos- siguen poniendo a su propio nombre las propiedades, vendiéndolas, transformándolas en hoteles y embolsándose los beneficios».

Cita además datos del «Holy Spirit Study Centre» de Hong Kong, según el cual gira entorno a los 13 mil millones de euros el valor de los bienes embolsados y no restituidos.

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ZENIT Staff

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