Siempre fiel a la comunión con la Iglesia universal: muere el obispo chino de Shohchow

Monseñor Bonaventura Luo Jun

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SHOHCHOW, martes, 27 marzo 2007 (ZENIT.org).- Obispo chino sólido en la fe, fiel a la comunión eclesial y gran evangelizador, monseñor Bonaventura Luo Jun ha fallecido a la edad de 90 años.

Al frente de la diócesis de Shohchow (Shuoxian/Shuozhou) –norte de la provincia china de Shanxi-, el prelado sufrió complicaciones cardíacas y renales tras la operación a la que se tuvo que someter por la fractura de una pierna, a causa de una caída. Murió el pasado 15 de marzo, confirmó el lunes la agencia «Fides» de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos.

Había nacido en 1917 en un barrio de la ciudad de Shuozhou. Ingresó en el seminario menor a los 18 años; tras completar los estudios de Filosofía y Teología, fue ordenado sacerdote en 1944.

Sirvió como párroco en su diócesis; después fue trasferido la archidiócesis de Lanzhou (provincia de Gansu). Volvió a su lugar natal de 1949 a 1954 y tuvo que trabajar como campesino.

En 1954 reanudó los estudios en Fenyang y trabajó en un hospital; sus conocimientos médicos le permitieron abrir en 1986 una clínica oftalmológica.

«La clínica es de gran ayuda también para la evangelización -decía-, porque además de curar la vista, abre los ojos del espíritu a los católicos y a los no católicos».

El 8 de julio de 1990 recibió la consagración episcopal. Permaneció al frente de la diócesis hasta su muerte.

La que fue su circunscripción eclesiástica, Shohchow (Shuoxian/ Shuozhou), se encuentra en una zona de difícil acceso y muy pobre; su extensión es de 17 mil kilómetros cuadrados.

Los católicos allí son diez mil, en su mayoría campesinos; les atienden doce sacerdotes -dos son ancianos, el resto jóvenes-, además de una decena de religiosas de la Congregación diocesana de Dominicas de San José.

La comunidad católica diocesana está fuertemente comprometida con la población local en obras sociales, como la clínica oftalmológica que abrió el entonces padre Luo, aún en plena actividad.

Quienes conocieron al prelado fallecido le recuerdan por su solidez en la fe, por su grandeza episcopal y por su constante fidelidad a la comunión con la Iglesia universal.

El obispo Bonaventura Luo Jun respondía a las dificultades aplicándose a sí mismo y a su clero la bienaventuranza proclamada por Jesús en el sermón de la montaña, afirmando: «Obispos y sacerdotes están todos dispuestos a sufrir en la convicción de que son bienaventurados los que padecen a causa de la justicia».

Sacerdotes y numerosos fieles de la provincia –a quienes se sumaron los obispos de Yuci y de Fenyang- participaron en los funerales por eterno descanso; presidió la celebración eucarística, el 21 de marzo, el arzobispo de Taiyuan, monseñor Si lvestro Li Jiantang.

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ZENIT Staff

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