CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 8 abril 2007 (ZENIT.org).- La Resurrección de Jesús es el motivo de esperanza en un mundo afligido por tragedias humanitarias, con frecuencia causadas por la violencia humana, constató Benedicto XVI en su mensaje de Pascua.
Desde el balcón de la Basílica de San Pedro, el Papa felicitó por la Pascua a todos los pueblos en 62 idiomas e impartió su bendición «urbi et orbi».
«A través de las llagas de Cristo resucitado podemos ver con ojos de esperanza estos males que afligen a la humanidad», dijo haciendo referencia a dramas como los que se viven en Sudán, Irak, el Líbano o Tierra Santa.
«¡Cuántas heridas, cuánto dolor en el mundo!», exclamó ante los numerosos peregrinos que llenaban la plaza de San Pedro del Vaticano en un estupendo mediodía de primavera.
Se refirió ante todo a las catástrofes naturales, como las que se han abatido recientemente sobre Madagascar, las Islas Salomón, y América Latina.
El pensamiento del Papa se detuvo en el flagelo del hambre, en las enfermedades incurables, así como en las tragedias provocadas por la mano del hombre: «en el terrorismo y en los secuestros de personas, en los mil rostros de la violencia – a veces justificada en nombre de la religión -, en el desprecio de la vida y en la violación de los derechos humanos, en la explotación de la persona».
En África, denunció la «situación humanitaria catastrófica» que se vive en la región sudanesa de Darfur; el nuevo rebrote de violencia en la República Democrática del Congo y en Somalia; así como la grave crisis política que atraviesa Zimbabwe.
«Reconciliación y paz» fue el llamamiento que dirigió a Timor Oriental, Sri Lanka y Afganistán, «marcado por una creciente inquietud e inestabilidad».
Al afrontar la situación en Oriente Medio, constató ante todo las «señales de esperanza en el diálogo entre Israel y la Autoridad Palestina», para reconocer después que «por desgracia nada positivo viene de Irak, ensangrentado por continuas matanzas, mientras huyen las poblaciones civiles».
«En el Líbano –constató– el estancamiento de las instituciones políticas pone en peligro el papel que el país está llamado a desempeñar en el área de Oriente Medio e hipoteca gravemente su futuro».
Por último, recordó «las dificultades que las comunidades cristianas afrontan cotidianamente y el éxodo de los cristianos de aquella Tierra bendita que es la cuna de nuestra fe».
Ante este duro panorama, el sucesor de Pedro reconoció que, «resucitando, el Señor no ha quitado el sufrimiento y el mal del mundo, pero los ha vencido en la raíz con la superabundancia de su gracia».
«A la prepotencia del Mal ha opuesto la omnipotencia de su Amor. Como vía para la paz y la alegría nos ha dejado el Amor que no teme a la muerte», aseguró.
Al menos, 108 canales de televisión de 67 países transmitieron el mensaje pascual del Papa y su bendición.
Al felicitar por la Pascua en español, dijo: «¡os deseo a todos una buena y feliz fiesta de Pascua, con la paz y la alegría, la esperanza y el amor de Jesucristo Resucitado!».
Después de una intensa Semana Santa, Benedicto XVI se trasladó en la tarde de este domingo a la residencia pontificia de Castel Gandolfo para pasar unos días de mayor tranquilidad.
A su regreso le esperan dos fechas significativas: su cumpleaños número 80, el 16 de abril, y el segundo aniversario de su elección como pontífice, tres días después.