La Santa Sede pide políticas demográficas que hagan de la persona su protagonista

Intervención del Observador Permanente vaticano ante la ONU

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NUEVA YORK, martes, 17 abril 2007 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha invitado el pasado 10 de abril en el seno de las Naciones Unidas a promover políticas demográficas que hagan de la persona su protagonista y no su víctima.

«Los indicios siguen sugiriendo que en 2050 la población mundial debería estabilizarse en los nueve mil millones», constató el observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas, monseñor Celestino Migliore, tomando la palabra en la 40 sesión de la Comisión sobre Población y Desarrollo del Consejo Económico y Social de la ONU, que trataba el punto 4: «Las cambiantes estructuras de las poblaciones y sus implicaciones en el desarrollo».

«Aunque esto implique que las poblaciones nacionales no tengan necesidad de ser reguladas como se proponía en el pasado por parte de opiniones radicales, esta Comisión debería seguir sirviendo a un objetivo útil en el seguimiento de las tendencias demográficas en cada parte del mundo», afirmó.

En este sentido, «los objetivos políticos y los medios para alcanzarlos deben seguir siendo justos y concentrados en la dignidad de la persona humana».

La cuadragésima sesión de la Comisión, añadió el arzobispo, coincide con el cuadragésimo aniversario de la encíclica «Populorum Progressio» del Papa Pablo VI.

«En un momento en el que el mundo estaba dividido en dos bloques, Este y Oeste, el documento se centró en cambio en los pueblos y las sociedades, cuyas condiciones se caracterizaban no sólo por ser orientales u occidentales, sino por los niveles de desarrollo y bienestar en algunas partes del mundo, en contradicción con el grado de pobreza y subdesarrollo en otras», observó.

El arzobispo comentó que «el énfasis del documento sobre el individuo y las sociedades, como objetivo principal de las políticas de desarrollo y como protagonistas del propio desarrollo, proporciona incluso hoy una guía segura para las políticas demográficas con el fin de promover una cultura respetuosa de los derechos de los miembros menos protegidos de nuestra familia humana, sobre todo antes del nacimiento y cuando son muy ancianos».

«Se espera que los Estados trabajen para promover el respeto a la vida humana en todos sus estadios y para encontrar soluciones justas, no sólo pragmáticas», aseguró.

Entre éstas, es especialmente importante «promover la solidaridad entre generaciones».

Para ayudar sobre todo a África en su desarrollo económico, el arzobispo Migliore afirmó que el continente debe ser ayudado «a invertir en su capital humano y en las infraestructuras para reforzar el crecimiento económico».

Dado que gran parte de la fuerza laboral futura de este continente ya ha nacido y está en edad escolar, la delegación vaticana cree que «la inversión más decisiva» deba ser hecha en educación.

La educación, «sobre todo de las niñas y jóvenes, puede tener un notable impacto en el crecimiento de la población –observó–. Cuando las mujeres son más instruidas, ganan un mayor respeto; se convierten en el sostén de la familia; adquieren madurez en la responsabilidad materna y tienen más voz en las cuestiones familiares».

El observador permanente vaticano recordó un elemento importante relativo a las mudables estructuras de la población, el de los emigrantes.

«No hay casi ningún Estado del mundo que no haya sido afectado por las migraciones, y éstas se han convertido en una fuente muy importante tanto de trabajo como de remesas, según la situación de cada país», observó con vistas al previsto Foro Global sobre Migraciones y Desarrollo.

«Interesa por tanto a todos los Estados –por no mencionar a los mismos emigrantes– que se dé amplio espacio al Foro para que tenga éxito», concluyó.

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ZENIT Staff

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