SANTIAGO, sábado, 21 abril 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la declaración emitida al término de la 93ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile, el 20 de abril.
* * *
Agradecemos al Señor de la Vida 1. En nuestra 93ª Asamblea Plenaria, en Punta de Tralca, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile hemos agradecido al Dios de la Vida por sus innumerables dones. Animados por la reciente celebración de la Resurrección de Jesucristo, nuestra esperanza, hemos orado y reflexionado acerca de algunos aspectos de nuestra labor pastoral, mirando el contexto de la actual realidad nacional.
2. Reflexionamos acerca de nuestro aporte a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. En ese espíritu, iniciamos también el camino de preparación de nuestras Orientaciones Pastorales para los próximos años, que elaboraremos a partir de un amplio proceso de participación. Para ello, hemos aprobado los aspectos prácticos de la primera Asamblea Eclesial Nacional para el próximo mes de octubre, que será antecedida de Asambleas Diocesanas.
3. En estos días hemos dado gracias al Señor por el recuerdo del vigésimo aniversario de la visita a Chile del Papa Juan Pablo II. Hemos podido comprobar la enorme vigencia de su mensaje y las deudas que, como sociedad, todavía tenemos frente a desafíos que nos siguen interpelando. Hemos agradecido a Dios por la vida, el ministerio y magisterio del Papa Benedicto XVI, de quien hemos recibido recientemente la Exhortación Apostólica sobre la Eucaristía. También hemos agradecido el legado del Cardenal Raúl Silva Henríquez, en este año en que celebramos el centenario de su natalicio. Releer su «sueño» de país, su testamento espiritual, su mirada hacia «el alma de Chile», es un ejercicio que nos llena de esperanza.
4. Hemos mirado, a la luz de nuestros desafíos pastorales, los acontecimientos y debates de actualidad. Algunos nos preocupan particularmente.
Continúa la espera de los pobres 4.1. A pesar de esfuerzos y logros en materia de justicia social, la espera de muchos pobres continúa. Esperan ser escuchados, atendidos en el anhelo de ser protagonistas de su propia historia, incluidos en este mundo global y tecnificado que les margina. De un modo particular, el mundo rural y sectores urbanos empobrecidos, claman desde su postergación. Superar la pobreza y las grandes desigualdades, constituyen desafíos sociales que no pueden dejar de interpelarnos, también a nuestra sociedad y a sus líderes.
También la de los jóvenes 4.2. En las últimas semanas hemos visto algunas lamentables manifestaciones de violencia protagonizadas por jóvenes. En este contexto nos preocupa la anunciada puesta en vigencia de la Ley de responsabilidad penal adolescente. Esperamos que no sea una medida que ponga la atención del país sobre todo en soluciones punitivas, dejando de lado la prevención y la necesaria rehabilitación. Es urgente reflexionar sobre las verdaderas raíces del descontento juvenil, sobre el rol de las familias, los padres y educadores y sobre la mirada que tiene el Estado hacia los jóvenes. Necesitamos abrir reales oportunidades educativas y laborales a los jóvenes y a la acción preventiva, responsabilidad de la sociedad en su conjunto. Un tema, sin duda, que requiere de una reflexión profunda es el influjo de algunos medios de comunicación en la exhibición de la violencia y en la focalización, a veces, unilateral de lo negativo.
Por otra parte, en esta Asamblea hemos meditado acerca de nuestro modo de acompañar a los jóvenes en nuestra pastoral y ofrecer una contribución relevante al mundo juvenil, deseoso de una justa atención. Como positivo y esperanzador nos parece apreciable el servicio al país que prestan miles de jóvenes a lo largo de Chile, participando en parroquias, colegios, movimientos apostólicos, instancias solidarias y de voluntariado. A ellos queremos acompañar con mayor presencia y abriendo nuevas instancias donde puedan conocer a Jesús, amarlo y servirlo en sus hermanos, llenando sus vidas de sentido. Vemos en muchos de estos jóvenes reflejada la esperanza que Chile debe renovar en este momento de la historia.
La Educación: tarea de todos 4.3. Hemos reflexionado sobre la iniciativa gubernamental para reformar la educación. Estamos conscientes de la necesidad de avances urgentes y significativos en esta materia. Valoramos todo cuanto ayude a mejorar la calidad de la enseñanza, y a hacer posible el acceso de todos a una educación digna, pero es necesario que en todo este proceso se excluyan visiones ideologizadas y se escuchen las voces de todos los sectores involucrados.
La Educación es un bien inestimable para cada persona, para las familias y la sociedad. Lo que hemos observado desde el año pasado, en diversas manifestaciones estudiantiles, en la opinión pública y en iniciativas gubernamentales, evidencia la justa y sincera aspiración de la sociedad a una educación de calidad para todos los chilenos y chilenas. El proceso de reflexión y de búsqueda, que ha tenido un hito en el informe elaborado por el Consejo Asesor Presidencial para la calidad de la Educación, ha alcanzado una nueva etapa con el Mensaje de la Sra. Presidenta de la República y la firma del Proyecto de Ley General de Educación, el 9 de abril en curso. Este último propone modificar la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, de 1990.
Aún es temprano para emitir un juicio más acabado sobre un proyecto de tanta trascendencia y proyecciones para el país. Merece ser estudiado diligentemente en todos sus aspectos e implicancias, para llegar a discernir sus fortalezas y debilidades, en orden a alcanzar una educación de calidad para todos los niños y jóvenes de Chile. La primera invitación es, pues, a involucrarse en su estudio, porque la educación es tarea de todos. De manera especial, invitamos a reflexionar a los padres de familia, a los educadores, a las instituciones educativas, al Gobierno y a quienes tienen la grave responsabilidad de legislar en esta materia. Se trata de buscar el bien de los educandos, de sus familias y de la sociedad entera. De una buena educación depende la realización de las personas y el progreso de la sociedad.
La Conferencia Episcopal de Chile, como lo ha hecho habitualmente, no dejará de ofrecer su aporte al bien común. Lamentamos la poca atención prestada a nuestra contribución, ofrecida a partir de una vasta experiencia y con la única intención de servir al país. Los siguientes puntos son temas irrenunciables para la Iglesia:
a. Derecho a una educación de calidad y con equidad para todos, especialmente para los más pobres.
b. Una educación centrada en la persona con sus dimensiones religiosa, moral, intelectual, social.
c. Una educación que apoya y refuerza el derecho prioritario de los padres de familia a elegir la educación de sus hijos.
d. Una educación que, al margen de toda uniformidad, respete y favorezca tanto la libertad de acceso y de ofrecimiento del servicio educativo, de acuerdo a los propios proyectos educacionales que aseguran una sociedad democrática y plural.
e. Una educación que estimule la construcción de un país más justo y solidario.
Con todo, creemos que el Proyecto de Ley recientemente presentado constituye una gran posibilidad para que en el Parlamento, los legisladores puedan dialogar con el gobierno y la ciudadanía en torno a la educación, tema tan crucial para el desarrollo de nuestra sociedad. Invitamos encarecidamente a abordar este tema en un diálogo respetuoso y constructivo, que verdaderamente ponga el bien del país por encima de los intereses particulares, aunque sean legítimos, a fin de que la nueva Ley sea beneficiosa para todos.
Mejorar la calidad de la política 5. Mirando el conjunto de los debates actuales, nos preocup
a que mucha gente sienta una distancia creciente entre los discursos y los hechos; entre las promesas y sus realizaciones; entre sus problemas concretos que no son resueltos y los debates y polémicas a veces inconducentes. El país enfrenta hoy desafíos muy importantes, como la superación de los hechos de corrupción, y una tendencia peligrosa a exacerbar el conflicto, presentando una mirada pesimista de la realidad y un panorama desolador del futuro. Todo esto reclama un mejoramiento de la calidad de la política, recuperando su sentido más profundo de servicio al Bien Común. También más responsabilidad para dotarla de mayor legitimidad, comprometiendo al mismo tiempo una activa y responsable participación ciudadana en los asuntos de interés público.
6. De nada serviría crear grupos de trabajo plurales y diversos si las políticas que se implementasen finalmente privilegiaran una mirada y excluyeran otras. Deseamos que se acojan efectivamente las propuestas que se formulan con respeto, humildad y fundamento, y a todos pedimos que se hagan aportes constructivos en un clima de colaboración y diálogo.
La crisis del transporte público 7. La crisis del transporte público en la capital del país es un tema que trasciende a la gran ciudad, ha provocado muchos sufrimientos y sensibiliza a los chilenos de norte a sur. Somos testigos de la preocupación de la gente al ver tantos recursos concentrados en la capital, mientras en regiones hay necesidades postergadas. Hemos hablado a favor de la dignidad personal que tantos habitantes de Santiago, con razón, sienten vulnerada por estos días. Queremos que todas nuestras ciudades sean más modernas, limpias, amables y humanizadoras. Que sean espacios de integración y encuentro. Para esto se requiere la generosidad y el esfuerzo de todos; también el liderazgo efectivo de las autoridades en la solución de los problemas.
En las grandes decisiones, pensar en las personas 8. A quienes tienen altas responsabilidades en la conducción del país, les rogamos que en sus decisiones busquen siempre
el bien integral de las personas. Son ellas quienes reciben la enseñanza, quienes viajan en el transporte público, los que se atienden en los consultorios, reciben las pensiones y postulan a subsidios de vivienda. Los cristianos estamos llamados a ver a Cristo en ese alumno, en ese pasajero, en ese enfermo, en ese hermano sin techo. Y para quienes han optado por el servicio público estas personas deben ser la razón de su servicio.
9. Pedimos al Señor que nos regale el don de escuchar con respeto, y la generosidad de adoptar las mejores soluciones para los grandes problemas nacionales. Ante las situaciones que vive nuestro país, reiteramos nuestro llamado a trabajar juntos para renovar la esperanza en el «alma de Chile». Invitamos a rezar con filial confianza a la Santísima Virgen del Carmen, nuestra Madre y Reina por todas estas intenciones para el bien de de Chile, que nos acompañe y nos enseñe a ser discípulos y misioneros de Jesucristo.
LOS OBISPOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE
Punta de Tralca, 20 de abril de 2007
En los últimos treinta años
ROMA, viernes, 20 abril 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha agradecido a una de las más importantes obras eclesiales de ayuda su labor en la construcción de puentes entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa rusa.
Así como una solución negociada al conflicto interno