Beatificación de la madre Carmen del Niño Jesús González Ramos en Antequera

Fundadora de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones

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ANTEQUERA, domingo, 6 mayo 2007 (ZENIT.org).- La ciudad malagueña de Antequera fue testigo este domingo de la beatificación de la madre Carmen del Niño Jesús González Ramos, fundadora de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones.

Unas 10.000 personas, procedentes de distintos puntos de España y otros países, escucharon la lectura del documento, de labios del cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, con el que Benedicto XVI ha introducido a la religiosa en el elenco de los beatos.

La celebración tuvo lugar en el nuevo recinto ferial de Antequera, donde María del Carmen González Ramos nació en 1834.

A los 22 años contrajo matrimonio, quedando viuda y sin hijos a los 47 años. En respuesta a las necesidades de niños pobres de medios y cultura, abrió una pequeña escuela en su casa. Se le unieron algunas jóvenes que compartían su inquietud, poniendo la semilla de lo que será una congregación religiosa.

Al fin, el 8 de mayo de 1884, Carmen González Ramos y sus primeras compañeras, llegan al Convento de Nuestra Señora de la Victoria. Es el primer paso de las Hermanas Terciarias Franciscanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María.

«Hace 123 años que esta ciudad de Antequera recibe la bendición que Dios envía a través de Madre Carmen y oye contar las obras que el Señor hace por medio de la Congregación en diversas regiones de España y en diversos países de América: República Dominicana, Nicaragua, Puerto Rico, Uruguay, Venezuela», constató durante la homilía de la celebración eucarística el cardenal Saraiva Martins.

La vida de Madre Carmen al frente de la Congregación pasó por grandes pruebas y dificultades, calumnias, oposición dentro y fuera del Instituto.

A los 65 años de edad, el día 9 de noviembre de 1899, falleció en Antequera.

«La Madre Carmen repetía “Bendito sea Dios, que tanto nos quiere”, en el dolor y en el gozo –recordó el purpurado portugués–. Y su alma no quería guardar ese tesoro para ella sola. Por eso exclamaba: “Cuando miro al cielo, se acrecientan mis deseos de ir por esos mundos a enseñar a las almas a conocer y amar a Dios”».

«Que su santidad sea ejemplo para nuestra vida», concluyó.

La desaparición, en 1991, de un tumor de importantes dimensiones, sin tratamiento médico, que tenía una religiosa franciscana de los Sagrados Corazones, sor María José Rodríguez, fue determinante en el proceso de beatificación.

Más información http://www.madrecarmen.org

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ZENIT Staff

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