ROMA, viernes, 4 mayo 2007 (ZENIT.org).- Cornelio Fabro (1911-1995), religioso estigmatino y filósofo, se destacó por su recuperación del tomismo en la filosofía moderna. En Italia ha introducido la obra de Kierkegaard.

Mientras en su país natal continua su Opera Omnia, se ha anunciado ahora su traducción al español. Así lo explica Elvio Celestino Fontana, director del «Proyecto Cultural Cornelio Fabro» (www.corneliofabro.org), a Zenit.

Fontana es Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (Angelicum); es Administrador general de la S.I.T.A. (Società Internazionale Tommaso d’Aquino) y miembro del Consejo General del Instituto del Verbo Encarnado para el área de formación. Actualmente ejerce como rector del Centro di Alti Studi San Bruno Vescovo di Segni (Segni-Roma).

El 4 de mayo se cumplen 12 años del fallecimiento en Roma de Cornelio Fabro.

Por este motivo Zenit ha entrevistado al director del Progetto Culturale Cornelio Fabro, cuyos miembros celebraron el 12 de abril los primeros cinco años de actividad (llevan publicados 7 volúmenes) anunciando el inicio de las publicaciones en español.

--¿Cuál es la importancia de Cornelio Fabro?

--P. Fontana: Una pregunta tan directa me ayuda a obviar las introducciones. Pienso que Fabro puede ser considerado testigo y protagonista calificado de su siglo. Siglo del retorno al Tomismo y del Concilio Vaticano II, pero también el siglo de los totalitarismos y de las dos grandes guerras, siglo del comunismo en el este de Europa y siglo de la crisis existencial humana y teológica en gran parte de Occidente.

--La actividad de Fabro fue muy amplia y no todos comparten plenamente su pensamiento...

--P. Fontana: Es verdad, pero eso demuestra la determinación de sus posturas. Cuando en 1974 la Asociación Filosófica Católica Americana (Washington) le entregó el Aquinas Memorie Medal, sus miembros expresaron algunas reservas respecto a la excesiva severidad en su modo de tratar a Descartes y al tomismo trascendental de la línea de Maréchal, Rahner, Coreth, Lonergan, etcétera.

En el ambiente eclesiástico fue miembro del Concilio Vaticano II, colaborador de la Causa de los Santos (con estudios sobre Edith Stein, Escrivá de Balaguer…), consultor de Doctrina de la Fe (con estudios sobre Sartre, Severino, Rosmini…) confirmado tres veces por Pablo VI y Juan Pablo II; primer presidente elegido por los socios del S.I.T.A; miembro académico, el más joven, de la Pontificia Academia de Santo Tomás y de alrededor de otras 20 academias internacionales.

--¿Por qué se interesa el Instituto del Verbo Encarnado en este filósofo?

--P. Fontana: La evangelización de la cultura, fin específico de nuestro Instituto, exige de nuestros religiosos una especial dedicación de la inteligencia y de la voluntad.

No se puede pensar en sanar la cultura moderna sin conocer a Hegel y la filosofía moderna, ha sostenido Fabro.

Sólo a título de ejemplo indicamos que en la biblioteca personal de Fabro, con más que 25 mil ejemplares, el idioma más representado es el alemán con más del 50% de los libros, y el autor más repetido es Hegel (90 libros).

Gran parte de su vida la dedicó a las traducciones de Hegel, Marx, Feuerbach, Lenin, Kierkegaard… y todos los textos de autores no italianos citados en sus libros son sus propias traducciones de los originales.

Pero no basta la inteligencia sin un compromiso de la libertad, ha enseñado Fabro. Tema recurrente en sus escritos y enseñanzas sobre todo en la Universidad de Perugia durante la difícil década de los '60: libertad como «creatividad participada», «verdad en la libertad y libertad para la verdad».

Queremos que nuestros misioneros desarrollen una pastoral creativa, en el ejercicio y en la donación generosa de la libertad, que cada uno sepa ser «poeta, guerrero y metafísico», como nuestro Fundador lo ha expresado en las Constituciones.

--¿Cuándo estará la lista la Opera Omnia?

--P. Fontana: Las «Obras Completas» prevén unos 100 volúmenes: 37 corresponden a los libros publicados por Fabro, 20 volúmenes serán para las contribuciones mayores, menores, artículos y recensiones, más de 20 serán para las dispensas de los cursos universitarios, para la publicación de las lecciones y de las homilías contenidas en las grabaciones (cerca de 1150 horas), y por último las obras póstumas o inéditas: escritos, colecciones de artículos seleccionados temáticamente por el mismo Fabro, anotaciones personales, notas e indicaciones, cartas varias.

También añadiremos un Suplemento con las traducciones, ya que las introducciones y notas duplican el texto. Serán más de 15 años que intenso trabajo y al mismo tiempo una ocasión más para seguir el desarrollo del pensamiento de Fabro, como está sucediendo en los Congresos que se organizan para la presentación de los libros.

--El filósofo Fabro se ha ocupado de tomismo, ateísmo, fenomenología y otros campos del saber. ¿En cuál ha sido el mejor?

--P. Fontana: Fabro escribió «La noción metafísica de participación» cuando tenía 25 años «después de haber leído y releído todo Santo Tomás» y monseñor Olgiati le definió como «una de las más bellas promesas de la neoescolástica»; a los 30 años publica en Milán los dos volúmenes sobre la «Fenomenología de la percepción» y Agostino Gemelli se alegra de poder «afirmar con certeza que Fabro ha cumplido la nada fácil tarea» que le había encomendado «con honesto escrúpulo de fidelidad, con amplitud de miras y de información».

--¿Personalmente qué le atrae más del pensamiento de Cornelio Fabro?

--P. Fontana: El dinamismo de su pensamiento. Fabro estudiaba un tema mostrando que podía agotarlo; pero enseguida pasaba a otro, como arrastrado por la actualidad de los problemas, como siguiendo su ritmo: basta observar los títulos de sus libros.

He hablado del tomismo de Fabro. Pero la cultura intelectual italiana y europea se iba apartando cada vez más del cristianismo.

Sin abandonar las universidades pontificias, Fabro prefería las universidades del Estado; enseñó en la Sapienza de Roma (1950) y luego en Perugia (1966-198), dedicándose a la exposición de Hegel y de la variada articulación de la filosofía moderna.

--¿Cuál es el mensaje de Fabro para el tercer milenio?

--P. Fontana: El triunfo de lo sobrenatural; triunfo visible como se lee como en «Perfil de los santos» (1957) o en «Gema. Testigo de lo sobrenatural» (1989), o casi imperceptible pero maravillosamente eficaz en los acontecimientos cotidianos que se convierten en los «Momentos del espíritu» (1983).

Incluso en la filosofía moderna, en sus intentos (fallidos) de Absoluto, Fabro sabe escuchar un eco de la nostalgia de Dios como pone en evidencia en el estudio de los autores presentes en su obra «La plegaria en el pensamiento moderno» (1979). Por este triunfo trabajó incansablemente y en el ocaso de su vida se gloriaba de haber sido siempre y sólo un humilde «miles Christi Jesu» (Testamento 1984).