El Papa recibió en audiencia a los militares que se ocupan de su seguridad, el ejército más pequeño del mundo, en el día en el que recordaban a los 147 guardias suizos que en 1527 dieron la vida para defender al Papa durante el Saco de Roma.
«No hacéis un simple trabajo profesional», les dijo el Papa, «tenéis una auténtica misión al servicio de Cristo y su Iglesia».
Citando el nuevo Reglamento de la Guardia Suiza Pontificia, que Benedicto XVI aprobó el año pasado con motivo del quinto centenario de su nacimiento, explicó que «los guardias suizos tienen que mostrar en todas las circunstancias que son buenos cristianos y soldados ejemplares».
«El Señor os llama a la santidad –les aseguró–, es decir, a ser sus discípulos, siempre dispuestos a escuchar su voz, a cumplir con su voluntad y a realizarla en la vida diaria, cumpliendo con vuestros deberes».
«Esto contribuirá a hacer de vosotros “buenos cristianos” y al mismo tiempo “soldados ejemplares”, animados por ese espíritu evangélico que hace de cada bautizado “levadura” capaz de fermentar la masa y “luz” que ilumina el ambiente en el que vive y trabaja», concluyó.