CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 7 mayo 2007 (ZENIT.org).- Una «especial atención espiritual» y una mayor cooperación entre las diversas Iglesias cristianas para ayudar a los matrimonios interconfesionales es la consigna dada el pasado 4 de mayo por Benedicto XVI a algunos obispos de Macedonia, Montenegro y Serbia.
El Papa recibió a un grupo de seis prelados de la Conferencia Episcopal Internacional de los Santos Cirilo y Metodio, recibidos en estos días, en audiencias separadas, con motivo de su visita «ad Limina Apostolorum», que se prolongó hasta el 5 de mayo.
Este organismo episcopal, erigido en diciembre de 2004 por Juan Pablo II, y cuyos estatutos fueron aprobados el 21 de agosto de 2006, incluye las Iglesias católicas de Serbia, Montenegro, Macedonia y la Administración Apostólica de Prizren en Kosovo.
Aludiendo a los diversos contextos sociales y religiosos que caracterizan a estos países y a las numerosas repercusiones que producen en la vida cristiana de los fieles, el Papa reflexionó sobre la cuestión del matrimonio entre cónyuges de distinta confesión cristiana e incluso religión.
En estas regiones en las que conviven católicos, ortodoxos y musulmanes, los matrimonios mixtos (entre un católico y un bautizado de otra confesión cristiana) y los matrimonios con disparidad de culto (entre un católico y un no bautizado) son de hecho una realidad común.
Como se dijo en el encuentro de los presidentes de las Conferencias Episcopales del Sudeste de Europa, celebrado del 1 al 4 de marzo de 2007 en Oradea (Rumanía), en el matrimonio entre católicos y ortodoxos existe la base fundamental de una fe común, pero no se comparte la misma visión teológica sobre el carácter sacramental del matrimonio y, por tanto, diverge también el enfoque sobre el valor y la estabilidad del vínculo matrimonial y del divorcio.
En cambio, los matrimonios con disparidad de culto, en primer lugar con los musulmanes, son mucho más raros y con frecuencia más problemáticos, en parte porque a menudo la diversidad de religiones se entrelaza con la diversidad de pertenencia étnica.
Esta situación, comentó el Papa a los obispos, exige «una especial atención espiritual y una cooperación más armónica con las demás Iglesias cristianas».
«Pienso además en la educación religiosa de las nuevas generaciones, que se debe prever debidamente dentro de los programas escolares», añadió el Santo Padre.
«El Señor os ha puesto en estrecho contacto con los hermanos ortodoxos: como miembros de un único Cuerpo, buscad toda posible colaboración al servicio del único Reino de Dios», les dijo.
«Que no falte la disponibilidad a colaborar con otras confesiones cristianas y con toda persona de buena voluntad en la promoción de lo que puede ser útil para la difusión de los valores evangélicos», añadió.
«Exhorto a todos a perseverar en la unidad, en la apertura recíproca y en el espíritu de fraternidad», concluyó.
Según datos de «Radio Vaticana», los católicos diseminados por Serbia, Montenegro, Macedonia y Kosovo son poco más de medio millón –la mayor parte concentrados en territorio serbio– frente a más de 12 millones y medio de habitantes, en una gran mayoría ortodoxos.