APARECIDA, domingo, 13 mayo 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI quiere que la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe abra una nueva «nueva etapa» misionera para la historia de la evangelización del continente de la esperanza.
Así lo explicó este domingo en el discurso inaugural, en el que aclaró que la Iglesia sólo es coherente y creíble si se consagra a anunciar el amor de Dios en Cristo, dejando a un lado la política y la ideología.
El Papa dirigió su palabra a los 266 participantes en esta Asamblea, representantes de la mitad de los católicos del planeta, en la sala de conferencias del Santuario nacional brasileño de Nuestra Señora Aparecida.
Basándose en el tema de la Conferencia, el obispo de Roma comenzó constatando que «la Iglesia tiene la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del Pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo».
Haciendo un análisis de la realidad en la que vive la Iglesia en Latinoamérica, denunció «el gran error» «de los sistemas marxistas como incluso de los capitalistas»: «la amputación de la realidad fundante y por esto decisiva, que es Dios».
Y, sin embargo, dijo, «sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano. La verdad de esta tesis resulta evidente ante el fracaso de todos los sistemas que ponen a Dios entre paréntesis».
«La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión», siguió explicando. «En este sentido, la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en ese Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza».
Por este motivo, planteó como prioridad para la Iglesia ofrecer «el Pan de la Palabra», que implica una auténtica catequesis, y «el Pan de la Eucaristía», que implica «la valorización de la Misa dominical».
«El encuentro con Cristo en la Eucaristía suscita el compromiso de la evangelización y el impulso a la solidaridad; despierta en el cristiano el fuerte deseo de anunciar el Evangelio y testimoniarlo en la sociedad para que sea más justa y humana», afirmó.
El «trabajo político no es competencia inmediata de la Iglesia», aclaró en este contexto. «El respeto de una sana laicidad – incluso con la pluralidad de las posiciones políticas – es esencial en la tradición cristiana auténtica», afirmó.
«Si la Iglesia comenzara a transformarse directamente en sujeto político, no haría más por los pobres y por la justicia, sino que haría menos, porque perdería su independencia y su autoridad moral, identificándose con una única vía política y con posiciones parciales opinables», aseguró.
«La Iglesia es abogada de la justicia y de los pobres, precisamente al no identificarse con los políticos ni con los intereses de partido».
«Sólo siendo independiente puede enseñar los grandes criterios y los valores inderogables, orientar las conciencias y ofrecer una opción de vida que va más allá del ámbito político».
«Formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, educar en las virtudes individuales y políticas, es la vocación fundamental de la Iglesia», que el Papa espera ver apoyada con la Conferencia del Episcopado Latinoamericano, que concluirá el 31 de mayo.
El Papa concluyó su larga intervención con una oración en la que, entre otras cosas, suplicó: «Quédate, Señor, con aquéllos que en nuestras sociedades son más vulnerables; quédate con los pobres y humildes, con los indígenas y afroamericanos, que no siempre han encontrado espacios y apoyo para expresar la riqueza de su cultura y la sabiduría de su identidad».
«Quédate, Señor, con nuestros niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro Continente, protégelos de tantas insidias que atentan contra su inocencia y contra sus legítimas esperanzas».
«¡Oh buen Pastor, quédate con nuestros ancianos y con nuestros enfermos. ¡Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros!».
Tras la sesión inaugural de la Conferencia, el Papa saludó individualmente a todos los cardenales presentes y a algunos de los obispos en representación de los 22 países de América Latina y del Caribe.
Poco después tomó un helicóptero que le llevó al aeropuerto de Sao Paulo-Guarulhos para regresar a Italia.