APARECIDA, jueves, 17 mayo 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención de monseñor José Francisco Ulloa Rojas, obispo Diocesano de Cartago, presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, pronunciada en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.
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Las Iglesias en Centroamérica, antes de la creación del CELAM en 1955, habían vivido una experiencia colegial desde el año 1942, en el Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC).
La Iglesia en Costa Rica se enriqueció con la II Conferencia en Medellín, se revalorizó la religiosidad popular, se promovió el laicado hacia un mayor compromiso y con el testimonio de una Iglesia pobre, mediante la opción preferencial por los pobres.
Puebla, suscitó entusiasmo por una Iglesia de comunión y participación, base de una pastoral de conjunto. Renovó la visión pastoral basada en la verdad sobre Jesucristo, la Iglesia y el hombre. Las conclusiones de la IV Conferencia en Santo Domingo no tuvieron el impacto deseado, se procuró su estudio y difusión
La Iglesia en Costa Rica tiene la mayor credibilidad y ha asumido la mediación en diversos conflictos. La unidad de la Conferencia Episcopal es el testimonio fehaciente del quehacer pastoral. Se cuenta con suficientes vocaciones al sacerdocio y sacerdotes nativos y diocesanos.
El 80% de los costarricenses profesan la fe católica. El secularismo va cambiando la mentalidad hacia el indiferentismo. Se nota la oferta de grupos religiosos de diversas creencias. La familia se desintegra.
Hay una creciente desigualdad en la distribución de la riqueza. La pobreza en Costa Rica es del 20 % y la pobreza extrema es del 5.5 %. Se nota un crecimiento de la violencia, en las ciudades y en las zonas donde actúa el narcotráfico. Se da el fenómeno de la migración.
A la Iglesia le corresponde hacer discípulos de Jesucristo, capaces de cambiar las situaciones deshumanizantes. Discípulos capaces de llevar el mensaje de salvación a los alejados, a los indiferentes y a los ambientes vacíos de Dios. La Iglesia ha de vivir en misión permanente.
Los discípulos de Jesús, han de pasar de una fe de tradición a una fe de convicción y de vida. Las metodologías pastorales están agotadas. Replantear itinerarios de crecimiento y maduración en la fe. Hacer de los sacramentos de iniciación cristiana una acción permanente de crecimiento y conversión.
Impulsar procesos sistemáticos de formación para los laicos, enseñando la lectio divina de la Sagrada Escritura y la Doctrina Social de la Iglesia.
La pastoral del mundo urbano es un desafío a la evangelización en las ciudades. Replantearse el ser y el quehacer de la parroquia.
Fruto de esta V Conferencia un documento pastoral realizable, concreto, que destaque lo esencial del ser y la misión de la Iglesia, con un lenguaje sencillo y accesible.