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Deseo agradecer a cada uno de los participantes de esta V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe por haber dado al Congreso Judío Latinoamericano la posibilidad de participar de esta reunión como observador.
Me gustaría compartir con ustedes un relato del Midrash, la hermenéutica judía.
Cuenta la historia que Teraj, el padre de Abraham, se dedicaba a hacer ídolos de barro en su taller. Abraham, niño aun, lo ayudaba habitualmente. Una noche tras una jornada de trabajo, Abraham entró al taller y rompió todos los ídolos, excepto uno, el más grande.
Al día siguiente el padre reprendió a Abraham por haber destruido todo, y este le dijo:
-Papá, yo no fui.
Su padre pregunto: – ¿Pues entonces quién ha sido?
Abraham señaló con el dedo a la más grande de las figuras de barro y le dijo: – Él fue.
El padre exclamó ¿cómo puede ser que una figura de barro haya roto a las otras?
Entonces Abraham inmediatamente contestó: – Padre, ¿cómo crees entonces que ese ídolo pueda dominar sobre la naturaleza y crear vida?
Este es, sin dudas, uno de los mensajes que tanto judíos como católicos compartimos: las enseñazas de nuestro padre en la fe, Abraham, que trajo al mundo el concepto del monoteísmo, la creencia en un único Dios.
En el Deuteronomio esta la plegaria central judía, el Shemá Israel: Oye Israel, el Señor, nuestro Dios, es uno.
Ese monoteísmo no radica solamente en la idea de la unicidad de Dios, sino también en su preocupación por la ética, preocupación que se corporiza en dos elementos centrales para la tradición hebrea: el primero es Tikun Haolam, la reparación del mundo.
Según nuestra tradición, Dios creó al mundo y puso al hombre en él para completar esta creación. Nuestra responsabilidad es trabajar en la tarea de redimir al mundo.
El segundo concepto es el de Tzedaká, tiene que ver con la justicia social, donde quien más tiene debe dar una parte de lo que tiene para quienes están desposeídos, para aquellos que están en situación de debilidad.
Ambos conceptos en el judaísmo tienen una absoluta significación. Cada una de las Comunidades Judías de América Latina y del Caribe trabaja sobre ellos.
Hoy, luego de haber compartido con cada uno de ustedes estos intensos días de trabajo, entiendo que en el catolicismo estas preocupaciones también son una parte central de sus agendas cotidianas.
Por ello creo que en la medida en que profundicemos el conocimiento mutuo podremos caminar en conjunto para alcanzar un mundo más justo donde reine la paz y la presencia divina.
Amigos y amigas, si esta es la premisa, sin dudas, judíos y católicos no sólo seremos hermanos, sino que seremos socios.
En momentos trascendentes los judíos acostumbramos a agradecer al Todopoderoso el habernos permitido vivirlos.
Es por eso que junto a la alegría de saber que CELAM y el CJL caminamos juntos, me permito pronunciar esta bendición frente a ustedes:
Baruj ata Adonai Eloheinu melej haolam, sheejeianu vekimanu vehiguianu lazman aze.
«Bendito eres Tu, Dios nuestro, Rey del Universo, que nos diste la vida, nos sostuviste y nos permitiste llegar a este momento».
Muchas gracias
N. B.: El Congreso Judío Mundial es la federación internacional de comunidades y organizaciones judías del mundo. Actúa como brazo diplomático del pueblo judío ante los gobiernos y organizaciones internacionales, luchando por la dignidad del pueblo judío, combatiendo el antisemitismo y toda forma de discriminación, fortaleciendo los vínculos con otros credos y apoyando al Estado de Israel.
El Congreso Judío Mundial esta constituido por más de 80 comunidades, organizadas en estructuras regionales. El Congreso Judío Latinoamericano es su rama Latinoamericana, con su oficina central en Buenos Aires, desde donde coordina la actividad en la región.