TEHUACÁN, sábado, 21 julio 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la reflexión que ha escrito monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacan, presidente de la Comisión Episcopal para la Familia de la Conferencia del Episcopado Mexicano, sobre el Documento de Aparecida, aprobado por Benedicto XVI, que recoge las conclusiones de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.
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Tenemos el Documento de Aparecida
El Papa Benedicto XVI ha aprobado y autorizado la publicación del Documento conclusivo de la Conferencia General realizada en Aparecida, Brasil, del pasado 13 al 31 de mayo; Conferencia que el mismo Papa había inaugurado y cuyo discurso fue muy iluminador para el desarrollo de dicha Conferencia.
El Documento responde al tema tratado: «Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida», y se pone en la senda del Concilio Vaticano II y en continuidad con las anteriores Conferencias, especialmente las dos últimas, de Puebla (en 1979) y Santo Domingo (en 1992).
Reconocemos que «la fe en Dios amor y la tradición católica en la vida y cultura de nuestros pueblos son sus mayores riquezas» (Documento, n. 7), «cimiento fundamental de identidad, originalidad y unidad de América Latina y El Caribe» (Doc., n. 8); desgraciadamente dichas riquezas se viven en una realidad histórico-cultural en la que abunda el pecado, con múltiples manifestaciones, señal de que muchos bautizados no hemos dado el testimonio debido como discípulos y misioneros de Cristo Jesús.
Nuestra fe en Jesús no puede apoyarse sólo en la tradición o la costumbre. Ya lo decía el entonces Cardenal Joseph Ratzinger en Guadalajara, en 1996: «Nuestra mayor amenaza es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad» (Doc., n. 12)
De modo que el reto, como nos decía el Papa Juan Pablo II, es «recomenzar desde Cristo», quien es nuestro Tesoro. Queremos revitalizar el encuentro con Cristo Jesús, para dejarnos fascinar y amar por Él, para seguirlo, para amar como Él y con Él, para anunciarlo y comunicarlo a todos, porque Él es «Camino, Verdad y Vida». Como discípulos convencidos y entusiastas de Jesús, brota la necesidad de un gran impulso misionero, creativo y perseverante, yendo a los más alejados, a los más necesitados.
El Documento de Aparecida no es un documento aislado, sino que se entreteje con muchos otros documentos del magisterio de la Iglesia. Por otro lado, no bastan los documentos, se requiere el espíritu de conversión-comunión-misión al que nos lanzan, como fruto del encuentro con Cristo Jesús.
La Virgen María –madre, discípula y misionera de Jesús- nos ayude a mantener los ojos y el corazón fijos en Él, para que crezca el Reino de Dios entre nosotros.
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán